DEL ROLLO AL LIBRO ENCUADERNADO UN AVANCE DE LA IGLESIA CATÓLICA PARA EL MUNDO
Por Jesús Mondragón
Muchos hombres y mujeres de mi familia han trabajado en una imprenta en alguna etapa de su vida. Imprenta Nuevo Mundo, Litho Ofsset Nacional, Galas de México, fueron desde niño, para mí, nombres y conceptos muy comunes.
El turno de unirme a las Artes Gráficas llegó para mí a la edad de 18 años, gracias a mi tío Camilo Mondragón, que en paz descanse y quien fue para mí como un padre. Tomé mis cursos en la Cámara Nacional de la Industria de las Artes Gráficas, fui prensista de Ofsset y jefe de producción en su mejor momento. Ahí aprendí a amar aún más y a imprimir los libros que siempre me gustó leer. El gremio de las Artes Gráficas es un medio muy culto, pues se lee mucho y se aprende de los maestros más viejos.
Aunque en esos años 1990 - 1992 yo me congregaba con los Testigos de Jehová, aprendí que gracias a la Iglesia Católica, hoy usamos en todo el mundo, libros encuadernados y cosidos, en vez de utilizar rollos o pergaminos como se hacía en épocas antiguas en todo el mundo.
EL ROLLO O PERGAMINO
En su Historia Natural, Plinio cuenta que el pergamino se originó en la ciudad de Pérgamo en época de Eumenes II (195-158 antes de Cristo), de donde habría tomado el nombre, aunque hallazgos como los de Dura-Europos hacen dudar de esta afirmación.
EL CÓDICE O LIBRO ENCUADERNADO MODERNO
El formato del libro moderno de hojas cosidas, llamado antiguamente codex o códice, tiene su origen en Roma, sí Roma, algo que seguramente molestará a muchos protestantes y grupos sectarios. El libro encuadernado o códice, se inspiró en los polípticos o tablillas de cera usados en la Antigua Roma, que consistía en varias tablillas de madera, unidas mediante argollas que estaban recubiertas por una capa de cera sobre la que se podía escribir con ayuda de un punzón llamado stilus estilo o estilete.
En casi todo el mundo se usaban los rollos o pergaminos. Los judíos mismos, escribieron el Antiguo Testamento de la Sagrada Escritura en rollos. Aunque los primeros Cristianos Católicos continuaron la costumbre judía de emplear rollos, bien pronto abandonaron su uso y comenzaron a utilizar el formato de libro encuadernado de hojas cosidas con hilo, primeramente para diferenciarse de los judíos y porque era mucho más práctico y manejable.
De modo que, durante los tres primeros siglos de la era moderna o Cristiana, coexistieron ambos formatos. No fue sino hasta el siglo IV con el avance de la predicación del Evangelio por parte de la Iglesia Católica, fiel al mandato de Cristo: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» Mateo 28,19, cuando el uso del formato de libro encuadernado se comenzó a generalizar en el mundo entero.
Los judíos en cambio, siguieron utilizando rollos para diferenciarse de los Cristianos Católicos hasta el siglo IX, pero terminaron también por adoptar el libro encuadernado. Aunque aún hoy en día, los sectores judíos tradicionalistas siguen empleando rollos, al menos en lo que a la Sagrada Escritura se refiere.
Durante la Edad Media, las Biblias y los libros solían producirse en los Scriptorium, donde los monjes transcribían manuscritos a mano y encuadernaban artesanalmente con hilos y tapas sólidas de distintos materiales como metales, gemas, huesos o marfil.
La forma de libro por excelencia fue la del códice de pergamino o de papel y tras la invención de la imprenta en el siglo XV por el inventor Católico Johannes Gutenberg, se siguió utilizando hasta la aparición de los libros electrónicos en la era digital.
Aunque técnicamente hablando cualquier libro moderno es un códice, el término se utiliza comúnmente para libros escritos a mano (manuscritos) en el periodo previo a la imprenta, es decir, hasta el fin de la Edad Media.
Así que de hoy en adelante, cuando tomes un libro entre tus manos, recuerda que no estás usando un estorboso rollo, sino un libro encuadernado, otro aporte de la Iglesia Católica, para el mundo.
PAX ET BONUM
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