EVANGELIO DEL DÍA DOMINGO
2 de Junio de 2019
La Ascensión del Señor
Blanco Solemnidad, Misa de la Vigilia MR p. 387 (386) /
Lecc: I, p. 936
Otros santos: Marcelino, presbítero y Pedro de Roma,
exorcista, mártires; Nicolás "el Peregrino" de Apulia, peregrino.
Beato Joseph Thao Tiên, sacerdote y mártir laosiano.
SE LO LLEVARON AL CIELO
Hech 1, 1-11; Heb 9, 24-28; 10, 19-23; Lc 24, 46-53
El relato pascual refiere el triunfo del Padre sobre la
muerte. Los acontecimientos que arrancaron a Jesús de la tierra de los vivos no
fueron un accidente imprevisto, sino la manifestación del misterio del pecado
humano y de la salvación obrada por Dios. La obediente entrega del Hijo y la
generosa fidelidad del Padre se conjuntaron para desmontar la confabulación de
los dirigentes judíos que pretendían aniquilarlo. Las lecturas de este domingo
coinciden en presentarnos la exaltación del Hijo. Jesús regresa al Padre
habiendo cumplido su misión. En adelante, la misión tendrá que ser obra del
Espíritu y de la buena voluntad de los apóstoles. Jesús advierte a sus
discípulos que ellos vivirán como colaboradores de Dios. No pueden acceder a
los secretos y a los tiempos establecidos por el Padre. El Hijo mismo tuvo que
aprender a discernir su voluntad y a vivir pendiente de sus mandatos.
Esta Misa se dice en la tarde del día que precede a la
solemnidad, ya sea antes o después de las primeras Vísperas de la Ascensión.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 67, 33. 35
Canten a Dios, reinos de la tierra, toquen para el Señor,
que asciende sobre los cielos; su majestad y su poder resplandecen sobre las
nubes. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios eterno, cuyo Hijo subió hoy al cielo en presencia de
sus Apóstoles, te pedimos nos concedas que él, de acuerdo a su promesa,
permanezca siempre con nosotros en la tierra, y nos permita vivir con él en el
cielo. El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
En la celebración de la Misa de la Vigilia se utiliza el
mismo formulario de lecturas que en la Misa del día de la Ascensión del Señor,
tal como aparecen en las páginas que siguen.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, cuyo Unigénito, nuestro mediador, vive para
siempre y está sentado a tu derecha para interceder por nosotros, concédenos
acercarnos llenos de confianza al trono de la gracia y obtener así tu
misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o II de la Ascensión, pp. 509-510 (505-506).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Hb 10, 12
Cristo ofreció un solo sacrificio por el pecado, y se sentó
para siempre a la derecha de Dios. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que los dones que hemos recibido de tu
altar, enciendan en nuestros corazones el deseo de la patria celeste, para que,
siguiendo las huellas de nuestro Salvador, tendamos siempre a la meta a donde
nos ha precedido. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 609
(603).
Misa del Día
ANTÍFONA DE ENTRADA Hch 1, 11
Hombres de Galilea. ¿qué hacen allí parados mirando al
cielo? Ese mismo Jesús, que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo
han visto marcharse. Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, rebosar de santa alegría y,
gozosos, elevar a ti fervorosas gracias ya que la ascensión de Cristo, tu Hijo,
es también nuestra victoria, pues a donde llegó él, que es nuestra cabeza,
esperamos llegar también nosotros, que somos su cuerpo. Por nuestro Señor
Jesucristo...
O bien:
Te rogamos nos concedas, Dios todopoderoso, que al
reafirmar, en este día, nuestra fe en la ascensión a los cielos de tu
Unigénito, nuestro Redentor, nosotros vivamos también con nuestros pensamientos
puesto en las cosas celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Se fue elevando a la vista de sus apóstoles.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo
lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de
dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había
elegido. A ellos se les apareció después de la pasión, les dio numerosas
pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les
habló del Reino de Dios.
Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: "No se
alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de
la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de pocos días ustedes
serán bautizados con el Espíritu Santo".
Los ahí reunidos le preguntaban: "Señor, ¿ahora sí vas
a restablecer la soberanía de Israel?". Jesús les contestó: "A
ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha determinado con
su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, los
llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra".
Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que
una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo
alejarse, seles presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
"Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que
los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 46, 2-3, 6-7. 8-9
R/. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono.
Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos:
que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo. R/.
Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende
hasta su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos
todos. R/.
Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de
nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo. R/.
SEGUNDA LECTURA
Cristo entró en el cielo mismo
De la carta a los hebreos: 9, 24-28; 10, 19-23
Hermanos: Cristo no entró en el santuario de la antigua
alianza, construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero,
sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios. intercediendo
por nosotros.
En la antigua. alianza, el sumo sacerdote entraba cada año
en el santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no tuvo
que ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio, porque en tal caso
habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. De hecho,
él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia, para
destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Y así como está determinado que los hombres mueran una sola
vez y que después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se ofreció
una sola vez para quitar los pecados de todos. Al final se manifestará por
segunda vez, pero ya no para quitar el pecado, sino para la salvación de
aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta su esperanza.
Hermanos, en virtud de la sangre de Jesucristo, tenemos la
seguridad de poder entrar en el santuario, porque él nos abrió un camino nuevo
y viviente a través del velo, que es su propio cuerpo. Asimismo, en Cristo
tenemos un sacerdote incomparable al frente de la casa de Dios.
Acerquémonos, pues, con sinceridad de corazón, con una fe
total, limpia la conciencia de toda mancha y purificado el cuerpo por el agua
saludable. Mantengámonos inconmovibles en la profesión de nuestra esperanza,
porque el que nos hizo las promesas es fiel a su palabra. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
O bien.
Lo hizo sentar a su derecha en el cielo
De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 1,17-23
Hermanos: Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre
de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo.
Le pido que les ilumine lamente para que comprendan cuál es
la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que
Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para
con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.
Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo
hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles,
principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier
persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro.
Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza
suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo
en todo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 28, 19- 20
R/. Aleluya, aleluya.
Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, dice el Señor,
y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. R/.
EVANGELIO
Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo.
Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 46-53
En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les
dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar
de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a
todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios
para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al
que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban
la fuerza de lo alto".
Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar
cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía,
se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo,
regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el
templo, alabando a Dios.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pongamos, hermanos, nuestra mirada en Jesús, nuestro gran
sacerdote, que ha atravesado el cielo para interceder por nosotros, y pidámosle
por las necesidades de todos los hombres diciendo: Te rogamos, Señor. (R/. Te
rogamos, Señor.)
Para que Cristo, desde el trono de su gloria, venga en ayuda
de su Iglesia, que lucha en medio de las dificultades del mundo, y no permita
que sus fieles se dejen cautivar por los bienes de la tierra, roguemos al
Señor.
Para que Jesús, el Señor, que prometió que, al ser elevado
sobre la tierra, atraería a todos hacia sí, revele su nombre a los hombres que
aún no lo conocen, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que con su triunfo ha glorificado nuestra
carne colocándola cerca de Dios Padre, llene de esperanza a los que sufren
enfermedades en el cuerpo o angustias en el espíritu, roguemos al Señor.
Para que el Señor, elevado al cielo, nos envíe el Espíritu
Santo, para que nos enseñe a amar los bienes de arriba y a no dejamos cautivar
por las cosas de la tierra, roguemos al Señor.
Dios, Padre todopoderoso, que has resucitado a Cristo, tu
Hijo, y los has hecho Señor del universo, reconoce la voz de tu amado en las
oraciones de la Iglesia y concédenos lo que, te hemos pedido. Por Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, este sacrificio en la gloriosa
festividad de la ascensión, concédenos que por este santo intercambio, nos
elevemos también nosotros a las cosas del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o II de la Ascensión, pp. 509-510 (505-506)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 28, 20
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que nos permites participar en
la tierra de los misterios divinos, concede que nuestro fervor cristiano nos
oriente hacia el cielo, donde ya nuestra naturaleza humana está contigo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne. p. 609
(603-604).
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- San Lucas enfatiza, en
el relato dela Ascensión, que se ha verificado un cambio de época. El tiempo y
la misión de Jesús en la tierra de Israel ha llegado a su término, ahora da
inicio el tiempo de la misión cristiana. El mensajero Jesús se convierte en
mensaje. En el nombre de Jesús se ofrece el perdón y la reconciliación a quien
se decida a creer. El cumplimiento de tan grande misión excedía las capacidades
de los discípulos. Eran demasiado débiles y carentes de elocuencia para
convencer a los sabios y entendidos. Jesús los alecciona asegurándoles que la
misión de proclamar el mensaje será cumplida con la fuerza de Dios. La misión
continúa sobrepasándonos. Nuestra indiferencia y debilidad nos desalientan. El
Espíritu del Padre que nos ungió desde el bautismo, nos sigue fortaleciendo
para servir a los hermanos, viviendo como lo que somos: hijos del Dios
misericordioso y fiel que resucitó a su Hijo.
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