La Gracia tiene su chiste
En la entrega anterior, definimos las tres
características de un pecado mortal: 1.- creer que la falta es materia grave,
2.- Tener plena conciencia de la gravedad y de la propia libertad, y 3.- Tener
pleno consentimiento doloso de la voluntad, con plena certeza de la conciencia
consecuente. Dijimos que el pecado mortal quita “la gracia”.
En esta entrega trata un punto esencial en la
doctrina cristiana católica, “ …la Gracia es de la mayor importancia, porque
siendo en realidad el hecho central de la religión, con ello entenderemos todo
lo demás”.[1] En
el anterior artículo, “Sanación y Formación de la Conciencia”, escribí que la
“gracia”, del latín “gratia” tenía
dos acepciones, la primera: Lo que es grato, agradable, gracioso o chistoso; y
la segunda: lo que es gratuito en calidad de regalo, don u obsequio.
En la primera
acepción la gracia implica ser grato. La gracia es un derecho humano, por
aspirar a la dignidad personal. El postulado filosófico del “Eudemonismo
Aristotélico”, así como el fin de la ética y de la moral es justamente la
felicidad del Hombre, el cual con su conciencia limpia se siente digno, y capaz
de ser grato a los demás, aceptado y amado. Con buena autoestima, y desde su amor propio, también es capaz de
compartir y brindar amor a los demás.
Dios juzga los pecados como nosotros mismos los
vemos en la conciencia. Así, podemos
entender el “estado de gracia” como la ausencia de pecado mortal en nuestra
conciencia, por ello la gracia nos permite sentir inocencia. Haber sido
absueltos de las faltas y cumplir la penitencia completa, es decir, haber reparado
los daños, nos otorga nuevamente la dignidad para entablar una relación con
Dios. Por lo tanto, estar en gracia significa ser gratos a Dios y agradamos a
nosotros mismos, sin reprocharnos nada grave y libres de resentimientos con uno
mismo.
La salud psicológica reclama autoestima, un
buen auto concepto, autoafirmación, dominio de sí y auto aceptación, por lo
tanto estos son términos equivalentes o concordantes con la gracia. La validez
universal de la gracia entendida desde la filosofía o desde la ciencia tiene
vigencia actual a la par del dogma religioso. No se contradicen, son
complementarios.
Siguiendo la segunda acepción, las comunidades católica internacional, ortodoxa
y maronita definen la gracia como un “don”, un regalo de Dios, quien obra
mediante el sacerdote o el ministro para realizar el favor, otorgar un beneficio
o dar un obsequio. Las gracias pueden ser: Santificante, habitual, actual,
sacramental o los carismas.
Qué es la Gracia Santificante
·
Es un don
sobre la disposición estable del alma. La gracia es la inhabitación de Dios
Espíritu Santo en el alma, quien nos hace templos vivos suyos (1ª. Corintios
3:16, Romanos 8:11). El Espíritu Santo confiere 7 dones: Sabiduría,
entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de (ofender a) Dios.
(Isaías 11: 2)
·
Restaura
la semejanza con Dios, pues fuimos creados a su imagen y semejanza (Génesis
1:26).
·
Nos hace
renacer a la vida nueva. Jesús habló a Nicodemo sobre esta vida nueva. (Juan 3:
4-6), nos prepara para la vida eterna.
·
Nos da la
filiación divina, Dios nos hace sus hijos adoptivos (Gálatas 4:6). Rom_8:14: “En
efecto, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.”
·
Al hacernos
hijos de Dios, nos hace hermanos de Jesucristo, (1ª Juan 3:1),
·
e hijos
adoptivos de María de Nazareth, quien según Lucas 1:28, es la “llena de gracia”.
Se entienden ambas acepciones tanto plena de dones (Del lat. gratia plena), y también completamente
grata a Dios. Se entiende su conciencia pura y limpia, por ello la Virgen recibe
los títulos de Inmaculada y Santísima.
·
Al
hacernos hijos de María, somos del linaje de la mujer[2], y
no de la serpiente. Siendo María de la casa real, pertenecemos a la realeza
celestial, y por lo tanto, nos hace coherederos del reino de los cielos (Mateo
25: 34).
·
La gracia santificante
nos “santifica”, nos hace “santos” y nos incorpora a la iglesia, que es “una, santa, católica y apostólica”;
(según establece el texto del Credo Niceno Constantinopolitano acorde con el
pleno de los concilios de Nicea I en el año 325 y el 1er. Concilio de
Constantinopla del año 381). Pertenecer a la iglesia implica:
o
Una: Nos
dispone a vivir en una única común-unión,
o
Santa: Un
santo no es quien hace milagros. A veces algunos hacen tonterías por ignorancia
“de buena fe”. San Agustín, escribe en “La Ciudad de Dios” la sentencia: “Todo
poder proviene de Dios”. Entre líneas establece lo que explícitamente se lee
desde la Suma Teológica de Santo Tomás hasta diversos catecismos, el No. 956
del Nuevo Catecismo y muchas páginas oficiales esta declaración católica:
Sólo Dios hace milagros, ni la
Virgen, ni los ángeles, ni los hombres hacen milagros; ellos por su oración
interceden y pueden alcanzar de Dios ciertos favores. Un Santo es quien vive haciendo
el bien con una conciencia limpia y está usualmente en “estado de gracia”. (cf.
Levítico 19:1, Efesios 1:3-10), y por eso Dios le escucha.
o
Católica: del Griego "kath'holon"
que significa holística, "de acuerdo con el todo", "universal". Esta universalidad se refiere a
tres sentidos: a).- Cristo mando predicar el evangelio “ a toda creatura”
(Mt. 16 15), y está esparcida en todo el mundo, b).- La Iglesia es católica porque “enseña en
plenitud toda la doctrina que los hombres deben conocer; trae a todos
los hombres a la obediencia religiosa; es la cura universal para el pecado y
posee todas las virtudes” (Catechesis
18:23), es decir, adopta todos los valores universalmente aceptados en
todo el mundo, que éticamente dignifican y perfeccionan al ser humano, y c).- Según Santo Tomás de Aquino, además de
las anteriores, tiene universalidad y vigencia temporal, por todos los
siglos, que a su vez se basa en Mateo 28:20 “y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo."
o
Apostólica:
Los “apóstoles” son profetas y testigos que “cargan su cruz de cada día”, y
predican con testimonio de obras y palabras.
La doctrina nos da una imagen distinta de la
verdadera identidad de la iglesia. Nadie puede presumir de pertenecer a la
iglesia si no comulga y vive en comunión con su comunidad, si no está en
gracia, si no practica valores universales en cualquier parte y si no participa
activamente en un apostolado. Lo anterior tiene su chiste, es difícil: da
flojera y miedo, por eso se requiere la gracia.
Perdimos la gracia en el pecado original. Salmo
51: 7 “Mira que nací culpable, pecador me concibió mi madre.” El bautismo
restaura la gracia y nos hace hijos de Dios para siempre. Se dice de este
sacramento, así como de la confirmación y el orden sacerdotal, que “imprimen
carácter” porque otorgan un sello indeleble en el alma, para la eternidad, y como
el estatus no se pierde, por tanto sólo se pueden recibir una sola vez.
La filiación de hijos de Dios no se pierde por
el pecado mortal. Aún en el infierno se distinguen los sellos del bautismo, la
confirmación y del sacerdocio, pero el pecado “mortal”, es llamado así porque
mata y rechaza los dones de Dios como la herencia del reino, o sea, al cometer
un pecado mortal uno mismo renuncia al cielo.
En términos legales, el pecado mortal equivale
a un delito penal infinito porque se comete contra una autoridad infinita:
Dios. Esta culpa infinita implica un castigo infinito con diversos nombres: El
infierno, orco, abismo, averno, báratro, el sheol, el tártaro, la gehena… los
teólogos dicen que este castigo infinito implica: 1.- La pena de sentido, (el
sufrimiento en el infierno que causa el fuego inextinguible y el odio de los
demonios), 2.- la pena de daño (privación de Dios y con Él de cualquier
bienestar), 3.- un remordimiento incesante cuyo susurro corroe “Era tan fácil
salvarme, tuve tantas oportunidades, y por estos pecados ahora estoy aquí…”;
mas 4.- la desesperación causada por la eternidad de las penas, sin escapatoria
posible jamás.
Otros tipos de “Gracia” desde la
acepción de don o dádiva:
La
Gracia Habitual: En estado de
gracia, el Espíritu Santo habita en nosotros como Templos vivos. 2ª Cor. 6:16 “¿Qué conformidad entre el templo de Dios y
el de los ídolos? Porque nosotros somos templo de Dios vivo, como dijo Dios:
Habitaré en medio de ellos y caminaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos
serán mi pueblo.”
La
Gracia Actual: Es un auxilio
divino específico para momentos difíciles: conversión, tentaciones o
dificultades.
La
Gracia actual: es la ayuda
temporal de Dios a un hombre, para ayudarlo en una situación, cuando las
necesitamos, especialmente cuando estamos bajo tentaciones. Se otorga
fundamentalmente al pedirla en oración. Este don es interno e ilumina la
inteligencia para discernir entre el bien y el mal) y fortalece la voluntad. Tenemos
la libertad de acogerla o rechazarla, como con todos los regalos.
Gracias
sacramentales: Son virtudes,
regalos, dones o ayudas propias de cada sacramento. Cada sacramento sirve para
algo, y por ello, cada sacramento conlleva un don específico:
Bautismo: Nos hace ser hijos de
Dios.
Confirmación: Nos da fuerza
para vivir la fe y constancia en el apostolado.
Eucaristía: Lleva el don de la
caridad: Amar a Dios con todo nuestro corazón y al prójimo como a nosotros
mismos.
Penitencia: La gracia de hacer
un buen examen de conciencia invocando al Espíritu Santo consisten en el don
del arrepentimiento, esencial para el acto de contrición, valor para enmendarse
y un auxilio para no volver a caer en el pecado. La absolución restaura la
gracia santificante perdida por el pecado mortal.
Unción de los enfermos: Este
sacramento lleva el regalo de aceptar la enfermedad, borra algunas secuelas o
rastros de los pecados y prepara el alma para una muerte cerca de Dios.
Orden Sacerdotal: Les confiere
sabiduría y fuerza para dedicar su vida al servicio, predicar el Evangelio y
administrar los sacramentos.
Matrimonio: A los esposos da la
virtud de la fidelidad, la gracia de amarse “hasta que la muerte los separe” y
de ser mejores padres.
Carismas
o gracias de estado: Son
regalos vinculados con el “Carisma”. El carisma se refiere a una misión
específica y también a las virtudes, valores o dones necesarios para llevarla a
cabo. El carisma está ligado a la vocación personal. Efe 4: 7 “A cada uno de nosotros le ha sido concedida
la gracia a la medida de los dones de Cristo”. Son gracias o dones
gratuitos especiales otorgados por Dios a las personas para beneficio de todos,
(uno mismo, la familia, la comunidad y la sociedad); y tienen como finalidad el
servicio en un apostolado o actividad específica. Nacemos con dones, o según la
necesidad y los gustos podemos requerirlos, y ellos definen nuestra vocación,
por ejemplo un violinista virtuoso o un cantante privilegiado; hay personas
aptas para estudiar y ser grandes académicos o científicos, otros están
llamados a ser buenos políticos, artesanos, hay sacerdotes con dones especiales
para la predicación del Evangelio, y otros son buenos confesores. etc.
Muchas de estas gracias NO SON REGALOS “ACABADOS”.
Hay excepciones, ciertamente, mas en la mayoría de los casos estos dones son
como semillas: Hay que trabajar y cultivarlas con esfuerzo para que germinen,
crezcan, maduren y finalmente den frutos. La Virgen María es la “llena de
Gracia”, porque tuvo básicamente una vida de servicio como la “Esclava del
Señor”.
La mayoría de nosotros exige milagros
instantáneos y sin trabajo de nosotros, pero si no son necesarios, Dios no los
concede. Incluso despreciamos a Dios porque pedimos pan y nos regala semillas
para sembrar. Muy frecuentemente le tiramos las semillas en la cara. Quien
comprende el regalo recibido de Dios siembra la semilla, cosecha la semilla,
hace harina y la guarda en el granero, y tiene en sí mismo una fuente de pan
inagotable. (Fuentes de agua viva). Por el contrario, sin fe ni empeño no hay
frutos, y como buenos “inmaduros en la fe”, nos quejamos como niños.
De allí la importancia de la oración, la fe y
las obras. Sin obras no hay fe, sin fe nadie hace oración. Además no sabemos
pedir. Se pide en Nombre de Jesús, y se pide al Espíritu Santo. Recibimos más
cuando estamos en gracia. Dice la Escritura: Luc 11: 9 – 13: "Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y
hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que
busca, halla; y al que llama, le abrirán. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si
su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un
huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, aun siendo malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan!". Por eso los santos, los ángeles y la
Virgen alcanzan de Dios los milagros.
En la próxima entrega, abordaré el tema de los
sacramentos. Y trataré de explicar por qué a veces no nos sirven para nada, qué
se requiere para que funcionan y cómo sacarles provecho.
Autor: Carlos Enrique Arias Vera.
[1] Herrasti S.M., R.P. Pedro (Ed.). (1992). La Gracia (Vols. 165). México, D. F.:
Sociedad E.V.C. Arzobispado de México.
[2] cf. (Nueva Biblia de Jerusalén) Gén 3:14-15 “Entonces Yahvé Dios dijo a
la serpiente: "Por haber hecho
esto, maldita seas entre todas las
bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré
entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar."
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