LA PROLIFERACIÓN DE LA NUEVA RELIGIOSIDAD PELIGRO PARA LA FE
Por: P. Jacome, Director de la Escuela de la Fe
La Vacuna contra las sectas
Introducción
Es un hecho patente e incontestable que estamos asistiendo a una verdadera crisis de la fe con la aparición de las nuevas formas de religiosidad alternativas que confunden y seducen a tantas almas incautas. Chesterton resumía muy bien este fenómeno de la siguiente forma: "desde que los hombres han dejado de creer en Dios, no es que no crean en nada. Ahora creen en todo".
Estamos asistiendo a un verdadero despertar de nuevas religiosidades que día a día van ganando terreno en la conquista de las almas, y de las conciencias de las personas. Se trata de un auténtico supermercado de religiones que ofrecen atractivas ofertas seductoras, auténticos paliativos espirituales para llenar un profundo vacío espiritual. No solamente me refiero al fenómeno de las sectas fundamentalistas, sobre todo al creciente aumento del esoterismo y de las ciencias ocultas (quiromancia, cartomancia, astrología, cartas astrales, cábala, teosofía, espiritismo, brujería y satanismo).
Seguramente cada uno de Uds. conocerá a personas, incluso familiares, que participan de alguna manera en alguno de estos movimientos religiosos. Lo peor de todo es que actualmente se está dando un tremendo sincretismo religioso entre la fe católica y otras creencias. Así tenemos a personas que se dicen católicas, pero que asisten a sesiones de espiritismo, o aquellas otras que dicen que no se confiesan porque ellos se arreglan directamente con Dios. Esto crea un caos religioso y una vivencia inauténtica de la fe católica. A estos se les podría llamar católicos mediocres, tibios, relajados porque viven un estilo de catolicismo caricaturesco que dista mucho del auténtico perfil católico delineado en el Evangelio.
Tomando como fuentes de inspiración Iglesia en América y la carta pastoral de los obispos Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos, intentaré hacer un breve análisis de este fenómeno religioso, para sugerir en un segundo momento algunas propuestas de acción a fin de colaborar activamente en la nueva evangelización tan deseada por Juan Pablo 11.
Análisis de la situación
El fondo del problema es el relativismo filosófico y teológico que invade cada vez más la conciencia de los creyentes. Ya no existen verdades absolutas, seguras, puntos de referencia inamovibles doctrinalmente. Cada uno se inventa sus propias verdades a conveniencia personal. Hoy día, por ejemplo, se cuestionan los principios fundamentales de la fe y de la moral católica: que la Iglesia sea una, santa, católica, apostólica y romana; la infalibilidad del Papa, el derecho a la vida del no nacido, la familia como núcleo esencial de vida y desarrollo humano.
Ya en el terreno de las religiosidades alternativas algunos dicen que da igual pertenecer a tal o cual iglesia, al fin y al cabo todas tienen un mismo origen y conducen a Dios. Otros frecuentan cursos de superación personal aparentemente inofensivos, pero que van minando los principios fundamentales de la fe.
La acción proselitista, que las sectas y nuevos grupos religiosos desarrollan en no pocas partes de México, es un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador. La palabra "proselitismo" adquiere aquí su sentido negativo porque estamos ante un modo de ganar adeptos no respetuoso de la libertad de aquellos a quienes se dirige su insidiosa propaganda religiosa. La Iglesia católica censura el proselitismo de las sectas y, por esta misma razón, en su acción evangelizadora excluye el recurso a semejantes métodos. Al proponer el Evangelio de Cristo en toda su integridad, la actividad evangelizadora ha de respetar el santuario de la conciencia de cada individuo, en el que se desarrolla el diálogo decisivo, absolutamente personal, entre la gracia y la libertad del hombre.
Recordemos también que respecto a las religiones no cristianas la Iglesia católica no rechaza nada de lo que en ellas pueda haber de verdadero y santo. Subraya los elementos de verdad dondequiera que puedan encontrarse, pero a la vez testifica la novedad de la revelación de Cristo, custodiada en su integridad por la Iglesia Católica.
Los avances proselitistas de las sectas y de los nuevos grupos religiosos no pueden contemplarse con indiferencia. Exigen un profundo estudio, para descubrir los motivos por los que no pocos católicos abandonan la Iglesia. Según un estudio realizado el año pasado por la Comisión Pontificia para América Latina se calcula que diariamente hay en América Latina un aumento de poco más o menos 12 mil no católicos, es decir, 12 mil personas pasan a otro tipo de religiosidad alternativa. A la luz de sus conclusiones será oportuno hacer una revisión de los métodos pastorales empleados, de modo que cada Iglesia particular ofrezca a los fieles una atención religiosa más personalizada, consolide las estructuras de comunión y misión, y use las posibilidades evangelizadoras que ofrece una religiosidad popular purificada, a fin de hacer más viva la fe de todos los católicos en Jesucristo, por la oración y la meditación de la palabra de Dios.
Por otra parte, como señala Iglesia en América, hay que preguntarse si una pastoral orientada de modo casi exclusivo a las necesidades materiales de los destinatarios no termina por defraudar el hambre de Dios que tienen muchos contemporáneos, dejándolos así en una situación vulnerable ante cualquier oferta supuestamente espiritual.
Por eso, es indispensable que todos tengan contacto con Cristo mediante el anuncio kerigmático gozoso y transformante, especialmente a través de la predicación en la liturgia. Una Iglesia que viva intensamente la dimensión espiritual y contemplativa, y que se entregue generosamente al servicio de la caridad, será de manera cada vez más elocuente testigo creíble de Dios para los hombres y mujeres en su búsqueda de un sentido para la propia vida.
Es necesario que los fieles pasen de una fe rutinaria, quizás mantenida sólo por el ambiente o la tradición, a una fe consciente vivida personalmente. La renovación en la fe será siempre el mejor camino para conducir a todos a la Verdad que es Cristo.
Muchos católicos habiendo recibido el don de la fe en el bautismo, carecen del sentido del encuentro permanente con Jesucristo vivo, no tienen una adecuada formación en la doctrina cristiana y no participan de manera estable en la vida comunitaria eclesial y viven sin suficiente compromiso cristiano y social. Su fe es débil por insuficiencia del primer anuncio, por consiguiente su testimonio como cristianos refleja la incoherencia entre la fe y la vida.
Hay quienes, especialmente los jóvenes que han perdido el sentido mismo de la fe y no tienen ya la comprensión cristiana básica de la vida. Estamos en una etapa de fuerte búsqueda de sentido en la que aparecen tanto necesidades profundas de espiritualidad y trascendencia como expresiones sincretistas neopaganas de religiosidad, supersticiones, consulta de los de astros, cultos esotéricos y hasta demoníacos. Ya no se sienten seguros de transitar por el camino de la verdad y abandonan la fe de sus padres recibida en el bautismo, porque nunca la hicieron propia y porque fas vicisitudes de su maduración personal en su inserción en el mundo, prevalecieron sobre su respuesta a la voz de la gracia.
Propuesta de solución
El paso a la conversión como la perseverancia en la fe, no es un logro personal ni una herencia familiar, es fruto de la respuesta a la acción interior de la gracia, es fruto de la respuesta generosa a la acción de Dios que nos atrae a su amor.
El abandono de la fe y el paso a las sectas es antes que nada expresión exterior del abandono de Dios, del Dios revelado en Jesucristo. Es expresión de muerte interior. Si muchos viven un catolicismo debilitado y frágil, por no decir endémico, ¿qué tiene de raro que sus blandos lazos con la Iglesia terminen por romperse. La vacuna contra las sectas es el compromiso con la propia fe.
Al decaimiento espiritual, a la desconfianza de la estructura histórica de la Iglesia y al menosprecio de lo institucional se suman tensiones con la autoridad y crisis de obediencia así como abandono de ciertos elementos esenciales de la fe debido a una formación superficial, a inseguridad doctrinal, así como a falta de asimilación y de síntesis y al ofuscamiento en algunos casos con relación al magisterio papal y episcopal dentro de la misma Iglesia.
Ligado a esta crisis de fe se cae en un cierto vaciamiento de lo sobrenatural y en lo moral falta lucidez en el análisis del propio comportamiento con los consiguientes desajustes personales y la relajación de la conciencia.
En realidad lo que padecen muchos católicos es crisis de identidad, no están bien ubicados en el seno de la Iglesia, nacieron en ella por casualidad y viven sin compromiso sin identificarse con su fe. Se quedan por rutina y están como si no estuvieran o se van a las sectas porque no tienen ningún arraigo en la fe. Son trashumantes de la fe y van de vacío en vacío, porque sólo en el Dios de Jesucristo está la respuesta a la vocación del hombre y al sentido de la vida. Las sectas no hacen mas que ocupar el vacío que les dejamos. Son los vacíos pastorales, allí donde no llega la acción evangelizadora de los agentes de pastoral. Esto es sin duda el mejor caldo de cultivo para las sectas fundamentalistas.
¿Qué hay que hacer? ¿Lamentarse, desentenderse, cruzarse de brazos? Añorar mejores tiempos pasados es iluso. Hay que salvar ahora al hombre de ahora. Tampoco hoy la salvación es barata y como siempre exige compromiso con la fe, con propuestas tal vez simples pero concretas ancladas en la realidad de lo posible.
Sin ser exhaustivos proponemos las siguientes, sin mayor comentario porque se entienden por sí solas:
1. Fomentar el valor y la experiencia de la oración personal y comunitaria como camino de conversión. Así como la ferviente y asidua participación litúrgica y sacramental. Debe surgir un encuentro personal con Cristo que lleve a una auténtica conversión interior. El auténtico católico es aquel que da a Cristo a los demás, hay que transmitir una experiencia personal del Señor resucitado. No se puede ser evangelizador, sin antes ser evangelizado, no se puede ser maestro en la fe, si antes no soy discípulo; no se puede ser instrumento de conversión si antes no hago una profunda experiencia de conversión.
2. Impulsar ampliamente el conocimiento y vivencia de la Sagrada Escritura leída e interpretada dentro de la fe viva de la Iglesia para que se convierta en alma de la nueva evangelización.
3. Implementar una catequesis progresiva, dinámica e integral a todos los niveles y etapas de desarrollo de los bautizados. En este sentido tenemos que hacer nuestro el objetivo que los obispos nos marcan como prioritario para la catequesis de México. Es decir dar más atención a la catequesis de adultos.
4. Aplicar métodos adecuados que respondan a los cambios sociales y a la realidad actual de nuestro pueblo. Tenemos que tener el coraje y la valentía de desechar métodos de evangelización que no convencen a nadie para adoptar metodologías más acordes con la forma de pensar y actuar del mundo moderno.
5. Vigilar por la pureza de la doctrina y la unidad en la verdad, como lo recomienda el Apóstol Pablo. La fidelidad a la doctrina según el pensamiento del Magisterio de la Iglesia es hoy por hoy uno de los retos más apremiantes ante el pluralismo de opiniones cada vez más desatado.
6. No vender ni disimular la verdad por el deseo de agradar a los hombres (EN 78) a riesgo de devaluar cruz de Cristo. Cualquier mutilación del Evangelio es una traición a Cristo y a su Iglesia. No olvidemos que nosotros somos servidores y ministros del único Evangelio de Jesucristo, no podemos inventar ni mutilar el mensaje bimilenario de la Iglesia.
7. Es necesario que las familias que sean verdaderas Iglesias domésticas y se viva en su seno el ardor de la fe, se retorne a la dignidad del hombre y a la escuela del amor.
8. Trabajar con una intención y un programa de Evangelización bien claro y definido. No se trata de hacer algo de bien a las almas, de trabajar mas o menos con resultados concretos. No basta la buena intención. Hoy día tenemos que trabajar por la Iglesia de Cristo de forma profesional, organizada, con un programa ambicioso de evangelización: trazar objetivos, analizar dificultades, planear estrategias, proponer soluciones, ponerlas en acción y evaluar los resultados.
9. Es indispensable proyectar a largo plazo y crear estructuras permanentes de Evangelización. El ocasionalismo no educa en la fe, no lleva a la madurez en la fe.
Estas son solo algunas sugerencias prácticas, la creatividad y el análisis de su propia realidad les ayudará a encontrar las más adecuadas a sus necesidades y a las características de su comunidad.
La Iglesia vive hoy en el centro de lo que Juan Pablo II llama "la lucha por el alma de este mundo". En su libro Cruzando el umbral de la esperanza describe así esa situación:
"...si de hecho, por un lado, en el mundo están presentes el Evangelio y la Evangelización, por el otro hay una poderosa antievangelización, que dispone de medios y programas, y se opone con gran fuerza al Evangelio y a la Evangelización. La lucha por el alma del mundo contemporáneo es enorme allí donde el espíritu de este mundo aparece más poderoso."
Cada uno de nosotros estamos llamados a que el alma de nuestro México siga siendo católica, estamos llamados a que nuestra identidad como pueblo y nación siga teniendo los valores evangélicos para que seamos, como tantas veces nos lo ha dicho Juan Pablo II, ¡México siempre fiel!
Fuente, Tiempos de Fe, Año 2 No. 11, Julio - Agosto 2000
Fuente católicodefiendetufe
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La Vacuna contra las sectas
Introducción
Es un hecho patente e incontestable que estamos asistiendo a una verdadera crisis de la fe con la aparición de las nuevas formas de religiosidad alternativas que confunden y seducen a tantas almas incautas. Chesterton resumía muy bien este fenómeno de la siguiente forma: "desde que los hombres han dejado de creer en Dios, no es que no crean en nada. Ahora creen en todo".
Estamos asistiendo a un verdadero despertar de nuevas religiosidades que día a día van ganando terreno en la conquista de las almas, y de las conciencias de las personas. Se trata de un auténtico supermercado de religiones que ofrecen atractivas ofertas seductoras, auténticos paliativos espirituales para llenar un profundo vacío espiritual. No solamente me refiero al fenómeno de las sectas fundamentalistas, sobre todo al creciente aumento del esoterismo y de las ciencias ocultas (quiromancia, cartomancia, astrología, cartas astrales, cábala, teosofía, espiritismo, brujería y satanismo).
Seguramente cada uno de Uds. conocerá a personas, incluso familiares, que participan de alguna manera en alguno de estos movimientos religiosos. Lo peor de todo es que actualmente se está dando un tremendo sincretismo religioso entre la fe católica y otras creencias. Así tenemos a personas que se dicen católicas, pero que asisten a sesiones de espiritismo, o aquellas otras que dicen que no se confiesan porque ellos se arreglan directamente con Dios. Esto crea un caos religioso y una vivencia inauténtica de la fe católica. A estos se les podría llamar católicos mediocres, tibios, relajados porque viven un estilo de catolicismo caricaturesco que dista mucho del auténtico perfil católico delineado en el Evangelio.
Tomando como fuentes de inspiración Iglesia en América y la carta pastoral de los obispos Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos, intentaré hacer un breve análisis de este fenómeno religioso, para sugerir en un segundo momento algunas propuestas de acción a fin de colaborar activamente en la nueva evangelización tan deseada por Juan Pablo 11.
Análisis de la situación
El fondo del problema es el relativismo filosófico y teológico que invade cada vez más la conciencia de los creyentes. Ya no existen verdades absolutas, seguras, puntos de referencia inamovibles doctrinalmente. Cada uno se inventa sus propias verdades a conveniencia personal. Hoy día, por ejemplo, se cuestionan los principios fundamentales de la fe y de la moral católica: que la Iglesia sea una, santa, católica, apostólica y romana; la infalibilidad del Papa, el derecho a la vida del no nacido, la familia como núcleo esencial de vida y desarrollo humano.
Ya en el terreno de las religiosidades alternativas algunos dicen que da igual pertenecer a tal o cual iglesia, al fin y al cabo todas tienen un mismo origen y conducen a Dios. Otros frecuentan cursos de superación personal aparentemente inofensivos, pero que van minando los principios fundamentales de la fe.
La acción proselitista, que las sectas y nuevos grupos religiosos desarrollan en no pocas partes de México, es un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador. La palabra "proselitismo" adquiere aquí su sentido negativo porque estamos ante un modo de ganar adeptos no respetuoso de la libertad de aquellos a quienes se dirige su insidiosa propaganda religiosa. La Iglesia católica censura el proselitismo de las sectas y, por esta misma razón, en su acción evangelizadora excluye el recurso a semejantes métodos. Al proponer el Evangelio de Cristo en toda su integridad, la actividad evangelizadora ha de respetar el santuario de la conciencia de cada individuo, en el que se desarrolla el diálogo decisivo, absolutamente personal, entre la gracia y la libertad del hombre.
Recordemos también que respecto a las religiones no cristianas la Iglesia católica no rechaza nada de lo que en ellas pueda haber de verdadero y santo. Subraya los elementos de verdad dondequiera que puedan encontrarse, pero a la vez testifica la novedad de la revelación de Cristo, custodiada en su integridad por la Iglesia Católica.
Los avances proselitistas de las sectas y de los nuevos grupos religiosos no pueden contemplarse con indiferencia. Exigen un profundo estudio, para descubrir los motivos por los que no pocos católicos abandonan la Iglesia. Según un estudio realizado el año pasado por la Comisión Pontificia para América Latina se calcula que diariamente hay en América Latina un aumento de poco más o menos 12 mil no católicos, es decir, 12 mil personas pasan a otro tipo de religiosidad alternativa. A la luz de sus conclusiones será oportuno hacer una revisión de los métodos pastorales empleados, de modo que cada Iglesia particular ofrezca a los fieles una atención religiosa más personalizada, consolide las estructuras de comunión y misión, y use las posibilidades evangelizadoras que ofrece una religiosidad popular purificada, a fin de hacer más viva la fe de todos los católicos en Jesucristo, por la oración y la meditación de la palabra de Dios.
Por otra parte, como señala Iglesia en América, hay que preguntarse si una pastoral orientada de modo casi exclusivo a las necesidades materiales de los destinatarios no termina por defraudar el hambre de Dios que tienen muchos contemporáneos, dejándolos así en una situación vulnerable ante cualquier oferta supuestamente espiritual.
Por eso, es indispensable que todos tengan contacto con Cristo mediante el anuncio kerigmático gozoso y transformante, especialmente a través de la predicación en la liturgia. Una Iglesia que viva intensamente la dimensión espiritual y contemplativa, y que se entregue generosamente al servicio de la caridad, será de manera cada vez más elocuente testigo creíble de Dios para los hombres y mujeres en su búsqueda de un sentido para la propia vida.
Es necesario que los fieles pasen de una fe rutinaria, quizás mantenida sólo por el ambiente o la tradición, a una fe consciente vivida personalmente. La renovación en la fe será siempre el mejor camino para conducir a todos a la Verdad que es Cristo.
Muchos católicos habiendo recibido el don de la fe en el bautismo, carecen del sentido del encuentro permanente con Jesucristo vivo, no tienen una adecuada formación en la doctrina cristiana y no participan de manera estable en la vida comunitaria eclesial y viven sin suficiente compromiso cristiano y social. Su fe es débil por insuficiencia del primer anuncio, por consiguiente su testimonio como cristianos refleja la incoherencia entre la fe y la vida.
Hay quienes, especialmente los jóvenes que han perdido el sentido mismo de la fe y no tienen ya la comprensión cristiana básica de la vida. Estamos en una etapa de fuerte búsqueda de sentido en la que aparecen tanto necesidades profundas de espiritualidad y trascendencia como expresiones sincretistas neopaganas de religiosidad, supersticiones, consulta de los de astros, cultos esotéricos y hasta demoníacos. Ya no se sienten seguros de transitar por el camino de la verdad y abandonan la fe de sus padres recibida en el bautismo, porque nunca la hicieron propia y porque fas vicisitudes de su maduración personal en su inserción en el mundo, prevalecieron sobre su respuesta a la voz de la gracia.
Propuesta de solución
El paso a la conversión como la perseverancia en la fe, no es un logro personal ni una herencia familiar, es fruto de la respuesta a la acción interior de la gracia, es fruto de la respuesta generosa a la acción de Dios que nos atrae a su amor.
El abandono de la fe y el paso a las sectas es antes que nada expresión exterior del abandono de Dios, del Dios revelado en Jesucristo. Es expresión de muerte interior. Si muchos viven un catolicismo debilitado y frágil, por no decir endémico, ¿qué tiene de raro que sus blandos lazos con la Iglesia terminen por romperse. La vacuna contra las sectas es el compromiso con la propia fe.
Al decaimiento espiritual, a la desconfianza de la estructura histórica de la Iglesia y al menosprecio de lo institucional se suman tensiones con la autoridad y crisis de obediencia así como abandono de ciertos elementos esenciales de la fe debido a una formación superficial, a inseguridad doctrinal, así como a falta de asimilación y de síntesis y al ofuscamiento en algunos casos con relación al magisterio papal y episcopal dentro de la misma Iglesia.
Ligado a esta crisis de fe se cae en un cierto vaciamiento de lo sobrenatural y en lo moral falta lucidez en el análisis del propio comportamiento con los consiguientes desajustes personales y la relajación de la conciencia.
En realidad lo que padecen muchos católicos es crisis de identidad, no están bien ubicados en el seno de la Iglesia, nacieron en ella por casualidad y viven sin compromiso sin identificarse con su fe. Se quedan por rutina y están como si no estuvieran o se van a las sectas porque no tienen ningún arraigo en la fe. Son trashumantes de la fe y van de vacío en vacío, porque sólo en el Dios de Jesucristo está la respuesta a la vocación del hombre y al sentido de la vida. Las sectas no hacen mas que ocupar el vacío que les dejamos. Son los vacíos pastorales, allí donde no llega la acción evangelizadora de los agentes de pastoral. Esto es sin duda el mejor caldo de cultivo para las sectas fundamentalistas.
¿Qué hay que hacer? ¿Lamentarse, desentenderse, cruzarse de brazos? Añorar mejores tiempos pasados es iluso. Hay que salvar ahora al hombre de ahora. Tampoco hoy la salvación es barata y como siempre exige compromiso con la fe, con propuestas tal vez simples pero concretas ancladas en la realidad de lo posible.
Sin ser exhaustivos proponemos las siguientes, sin mayor comentario porque se entienden por sí solas:
1. Fomentar el valor y la experiencia de la oración personal y comunitaria como camino de conversión. Así como la ferviente y asidua participación litúrgica y sacramental. Debe surgir un encuentro personal con Cristo que lleve a una auténtica conversión interior. El auténtico católico es aquel que da a Cristo a los demás, hay que transmitir una experiencia personal del Señor resucitado. No se puede ser evangelizador, sin antes ser evangelizado, no se puede ser maestro en la fe, si antes no soy discípulo; no se puede ser instrumento de conversión si antes no hago una profunda experiencia de conversión.
2. Impulsar ampliamente el conocimiento y vivencia de la Sagrada Escritura leída e interpretada dentro de la fe viva de la Iglesia para que se convierta en alma de la nueva evangelización.
3. Implementar una catequesis progresiva, dinámica e integral a todos los niveles y etapas de desarrollo de los bautizados. En este sentido tenemos que hacer nuestro el objetivo que los obispos nos marcan como prioritario para la catequesis de México. Es decir dar más atención a la catequesis de adultos.
4. Aplicar métodos adecuados que respondan a los cambios sociales y a la realidad actual de nuestro pueblo. Tenemos que tener el coraje y la valentía de desechar métodos de evangelización que no convencen a nadie para adoptar metodologías más acordes con la forma de pensar y actuar del mundo moderno.
5. Vigilar por la pureza de la doctrina y la unidad en la verdad, como lo recomienda el Apóstol Pablo. La fidelidad a la doctrina según el pensamiento del Magisterio de la Iglesia es hoy por hoy uno de los retos más apremiantes ante el pluralismo de opiniones cada vez más desatado.
6. No vender ni disimular la verdad por el deseo de agradar a los hombres (EN 78) a riesgo de devaluar cruz de Cristo. Cualquier mutilación del Evangelio es una traición a Cristo y a su Iglesia. No olvidemos que nosotros somos servidores y ministros del único Evangelio de Jesucristo, no podemos inventar ni mutilar el mensaje bimilenario de la Iglesia.
7. Es necesario que las familias que sean verdaderas Iglesias domésticas y se viva en su seno el ardor de la fe, se retorne a la dignidad del hombre y a la escuela del amor.
8. Trabajar con una intención y un programa de Evangelización bien claro y definido. No se trata de hacer algo de bien a las almas, de trabajar mas o menos con resultados concretos. No basta la buena intención. Hoy día tenemos que trabajar por la Iglesia de Cristo de forma profesional, organizada, con un programa ambicioso de evangelización: trazar objetivos, analizar dificultades, planear estrategias, proponer soluciones, ponerlas en acción y evaluar los resultados.
9. Es indispensable proyectar a largo plazo y crear estructuras permanentes de Evangelización. El ocasionalismo no educa en la fe, no lleva a la madurez en la fe.
10. Finalmente poner de relieve el papel que María de Guadalupe, Madre de Dios y madre nuestra, ha desempeñado y sigue desempeñando en la Evangelización de nuestros pueblos, inculcando una devoción sólida en la imitación de sus virtudes y el aprendizaje de su fe. Ella es la Estrella de la primera Evangelización y también, como el Papa lo indica, es la Estrella de la Nueva Evangelización.
Conclusión
La Iglesia vive hoy en el centro de lo que Juan Pablo II llama "la lucha por el alma de este mundo". En su libro Cruzando el umbral de la esperanza describe así esa situación:
"...si de hecho, por un lado, en el mundo están presentes el Evangelio y la Evangelización, por el otro hay una poderosa antievangelización, que dispone de medios y programas, y se opone con gran fuerza al Evangelio y a la Evangelización. La lucha por el alma del mundo contemporáneo es enorme allí donde el espíritu de este mundo aparece más poderoso."
Cada uno de nosotros estamos llamados a que el alma de nuestro México siga siendo católica, estamos llamados a que nuestra identidad como pueblo y nación siga teniendo los valores evangélicos para que seamos, como tantas veces nos lo ha dicho Juan Pablo II, ¡México siempre fiel!
Fuente, Tiempos de Fe, Año 2 No. 11, Julio - Agosto 2000
Fuente católicodefiendetufe
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