sábado, 22 de agosto de 2020

San Sinforiano

Cristiano festeja el Santo de San Sinforiano, seguido de otros nombres que podrás consultar aquí mismo.

Martir de Autun educado en el cristianismo. Fue arrestado y condenado a muerte cuando manifestó su desprecio por la Diosa Cibeles durante una procesión en su honor. Falleció en el año 178

Hoy, San Sinforiano, la Iglesia católica celebra el santo de Coronación de María Reina, Fabricio de Toledo, Felipe Benicio, Filiberto de Toledo, Juan Wall, Juan Kemble, Sinforiano, Timoteo de Roma. En este sábado 22 de agosto de 2020 es conocido por San Sinforiano y son 438 las personas que podrán celebrar este día.

¿Por qué festejamos el día del Santo de cada persona? Esta tradición proviene de la religión católica y celebra la vida de una persona relevante dentro de la fe cristiana que dedicó/entregó su vida para llevar la fe cristiana a las personas que lo precisaban.

Los nombres de los cuales hoy sábado, 22 agosto 2020 conmemoramos su santo se obtienen del Martirologio Romano. Este enciclopedia reúne y va añadiendo nuevos santos tras la canonización de estos. Cada cierto tiempo, el Vaticano añade nuevos nombres al Martirologio Romano y así se completa la lista.

Desde ABC ponemos a tu disposición toda la lista de los santos que se conmemoran en el día de hoy con motivo de esta tradición tan arraigada en la iglesia católica y que hace que el santoral sea tan amplio.

Santoral de hoy 22 de agosto
Además de la conmemoración de San Sinforiano, que celebramos hoy, en la Iglesia católica se conmemoran otras onomásticas. Esto es debido al gran número de santos que, a través de los siglos de historia, se han ido ganando esta distinción. Por este motivo hoy, 22 de agosto también celebramos:

Coronación de María Reina
Fabricio de Toledo
Felipe Benicio
Filiberto de Toledo
Juan Wall
Juan Kemble
Sinforiano
Timoteo de Roma
© Biblioteca de Autores Cristianos (J.L. Repetto, Todos los santos. 2007)

Fuente abc.es

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Evangelio 22 de agosto 2020


SANTO EVANGELIO SÁBADO
22 AGOSTO DE 2020

Nuestra Señora María Reina

Blanco Memoria MR, p. 816 (806) / Lecc. II, p. 718 LH, Vísperas I del domingo: la. Semana del Salterio Tomo IV: pp. 671 Y 121; Para los fieles: pp. 472 y 411; Edición popular: pp. 13 Y 476

Otros santos: Juan Wall, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir. Beatos: Symeon Lukac, obispo greco-católico y mártir; Bernardo de Offida, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos.

En cuerpo y alma gloriosos, la Virgen María aparece en la Asunción como el logro supremo de la redención. Pero ella, que es toda hermosa, también es la Madre de aquel "cuyo Reino no tendrá fin". Por este motivo, desde hace muchos siglos, el pueblo cristiano la aclama por
Reina suya, soberana y medianera de la gracia.

LA GLORIA DE DIOS
Ez 43,1-7, Mt 23, 1-12

Al comienzo del libro de Ezequiel, el profeta nos narra la experiencia fundante que dio origen a su misión profética. El joven sacerdote atestiguó la partida de la gloria de Dios, que salía del templo y lo convertía apenas en un montón de piedras y maderos. El ciclo de la desgracia se cierra en este capítulo cuando Ezequiel asiste a un evento esperanzador, el regreso de la gloria de Dios. Jerusalén volverá a quedar llena de la santa presencia, Dios residirá como soberano en medio de su pueblo. Los hijos de Israel le servirán de corazón, sin volver a confiar en ídolos engañosos. Por su parte, el Evangelio de san Mateo nos actualiza el perfil de una verdadera comunidad de creyentes, atenta a la voluntad de Dios: es una comunidad que vive congruentemente, practicando lo que enseña; además, ejerce una autoridad discreta, que no rinde culto a la personalidad de sus dirigentes, sino que reserva su respeto absoluto exclusivamente para el Padre del cielo.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 44, 10

De pie a tu derecha está la Reina, vestida de oro y de brocados.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que constituiste Madre y Reina nuestra a la Madre de tu Hijo, concédenos en tu bondad que, apoyados en su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo ...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

La gloria del Señor penetró en el templo.

Del libro del profeta Ezequiel: 43, 1-7

En aquellos días, un ángel me llevó a la puerta del templo, que da hacia el oriente, y vi que la gloria del Señor venía del oriente. Se oía un ruido como el estruendo de un río caudaloso y la tierra resplandecía con el fulgor de la gloria de Dios. Esta visión me recordó la que tuve cuando el Señor vino a destruir la ciudad y la que había tenido junto al río Kebar. Y caí rostro en tierra.
La gloria del Señor penetró en el templo por la puerta que da al oriente. El espíritu me levantó y me llevó al atrio interior y vi que la gloria del Señor llenaba el templo. Entonces oí que alguien me hablaba desde el templo, y el hombre que estaba junto a mí me dijo: "Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, el lugar donde pongo las plantas de mis pies. Aquí habitaré para siempre con los hijos de Israel". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 84, 9ab. l0. 11-12. 13-14.
R/. El Señor habitará en la tierra.

Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.
La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/.
Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 23, 9.10
R/. Aleluya, aleluya.

Su Maestro es uno solo, Cristo, y su Padre es uno solo, el del cielo, dice el Señor. R/.

EVANGELIO

Los fariseos dicen una cosa y hacen otra.

Del santo Evangelio según san Mateo: 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente.
Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame 'maestros'.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen 'maestros', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen 'padre', porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar 'guías', porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, los dones que te presentamos en la conmemoración de la santísima Virgen María, y concédenos que nos socorra la bondad de tu Hijo Jesucristo, que quiso ofrecerse a ti por nosotros en la cruz, como víctima inmaculada. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio de santa María Virgen, I-V, pp. 531-535 (527-531).

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lc 1 45

Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Después de recibir el sacramento celestial, te suplicamos, Señor, que, cuantos hemos celebrado con veneración la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos participar en el banquete eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


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miércoles, 19 de agosto de 2020

Papa Francisco "La opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio"


Catequesis - “Curar el mundo”: 3. La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La pandemia ha dejado al descubierto la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo. Y el virus, si bien no hace excepciones entre las personas, ha encontrado, en su camino devastador, grandes desigualdades y discriminación. ¡Y las ha incrementado!

Por tanto, la respuesta a la pandemia es doble. Por un lado, es indispensable encontrar la cura para un virus pequeño pero terrible, que pone de rodillas a todo el mundo. Por el otro, tenemos que curar un gran virus, el de la injusticia social, de la desigualdad de oportunidades, de la marginación y de la falta de protección de los más débiles. En esta doble respuesta de sanación hay una elección que, según el Evangelio, no puede faltar: es la opción preferencial por los pobres (cfr. Exhort. ap. Evangelii gaudium [EG], 195). Y esta no es una opción política; ni tampoco una opción ideológica, una opción de partidos. La opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio. Y el primero en hacerlo ha sido Jesús; lo hemos escuchado en el pasaje de la Carta a los Corintios que se ha leído al inicio. Él, siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecernos a nosotros. Se ha hecho uno de nosotros y por esto, en el centro del Evangelio, en el centro del anuncio de Jesús está esta opción.

Cristo mismo, que es Dios, se ha despojado a sí mismo, haciéndose igual a los hombres; y no ha elegido una vida de privilegio, sino que ha elegido la condición de siervo (cfr. Fil 2, 6-7). Se aniquiló a sí mismo convirtiéndose en siervo. Nació en una familia humilde y trabajó como artesano. Al principio de su predicación, anunció que en el Reino de Dios los pobres son bienaventurados (cfr. Mt 5, 3; Lc 6, 20; EG, 197). Estaba en medio de los enfermos, los pobres y los excluidos, mostrándoles el amor misericordioso de Dios (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 2444). Y muchas veces ha sido juzgado como un hombre impuro porque iba donde los enfermos, los leprosos, que según la ley de la época eran impuros. Y Él ha corrido el riesgo por estar cerca de los pobres.

Por esto, los seguidores de Jesús se reconocen por su cercanía a los pobres, a los pequeños, a los enfermos y a los presos, a los excluidos, a los olvidados, a quien está privado de alimento y ropa (cfr. Mt 25, 31-36; CIC, 2443). Podemos leer ese famoso parámetro sobre el cual seremos juzgados todos, seremos juzgados todos. Es Mateo, capítulo 25. Este es un criterio-clave de autenticidad cristiana (cfr. Gal 2,10; EG, 195). Algunos piensan, erróneamente, que este amor preferencial por los pobres sea una tarea para pocos, pero en realidad es la misión de toda la Iglesia, decía San Juan Pablo II (cfr. S. Juan Pablo II, Enc. Sollicitudo rei socialis, 42). «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres» (EG, 187).

La fe, la esperanza y el amor necesariamente nos empujan hacia esta preferencia por los más necesitados,[1] que va más allá de la pura necesaria asistencia (cfr. EG, 198). Implica de hecho el caminar juntos, el dejarse evangelizar por ellos, que conocen bien al Cristo sufriente, el dejarse “contagiar” por su experiencia de la salvación, de su sabiduría y de su creatividad (cfr. ibid.). Compartir con los pobres significa enriquecerse mutuamente. Y, si hay estructuras sociales enfermas que les impiden soñar por el futuro, tenemos que trabajar juntos para sanarlas, para cambiarlas (cfr. ibid., 195). Y a esto conduce el amor de Cristo, que nos ha amado hasta el extremo (cfr. Jn 13, 1) y llega hasta los confines, a los márgenes, a las fronteras existenciales. Llevar las periferias al centro significa centrar nuestra vida en Cristo, que «se ha hecho pobre» por nosotros, para enriquecernos «por medio de su pobreza» (2 Cor 8, 9).[2]

Todos estamos preocupados por las consecuencias sociales de la pandemia. Todos. Muchos quieren volver a la normalidad y retomar las actividades económicas. Cierto, pero esta “normalidad” no debería comprender las injusticias sociales y la degradación del ambiente. La pandemia es una crisis y de una crisis no se sale iguales: o salimos mejores o salimos peores. Nosotros debemos salir mejores, para mejorar las injusticias sociales y la degradación ambiental. Hoy tenemos una ocasión para construir algo diferente. Por ejemplo, podemos hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo. Con esto no quiero condenar la asistencia, las obras de asistencia son importantes. Pensemos en el voluntariado, que es una de las estructuras más bellas que tiene la Iglesia italiana. Pero tenemos que ir más allá y resolver los problemas que nos impulsan a hacer asistencia. Una economía que no recurra a remedios que en realidad envenenan la sociedad, como los rendimientos disociados de la creación de puestos de trabajo dignos (cfr. EG, 204). Este tipo de beneficios está disociado por la economía real, la que debería dar beneficio a la gente común (cfr. Enc. Laudato si’ [LS], 109), y además resulta a veces indiferente a los daños infligidos a la casa común. La opción preferencial por los pobres, esta exigencia ético-social que proviene del amor de Dios (cfr. LS, 158), nos da el impulso a pensar y a diseñar una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro. Y nos anima también a proyectar la cura del virus privilegiando a aquellos que más lo necesitan. ¡Sería triste si en la vacuna para el Covid-19 se diera la prioridad a los ricos! Sería triste si esta vacuna se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación y no sea universal y para todos. Y qué escándalo sería si toda la asistencia económica que estamos viendo —la mayor parte con dinero público— se concentrase en rescatar industrias que no contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común o al cuidado de la creación (ibid.). Hay criterios para elegir cuáles serán las industrias para ayudar: las que contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la creación. Cuatro criterios.

Si el virus tuviera nuevamente que intensificarse en un mundo injusto para los pobres y los más vulnerables, tenemos que cambiar este mundo. Con el ejemplo de Jesús, el médico del amor divino integral, es decir de la sanación física, social y espiritual (cfr. Jn 5, 6-9) —como era la sanación que hacía Jesús—, tenemos que actuar ahora, para sanar las epidemias provocadas por pequeños virus invisibles, y para sanar esas provocadas por las grandes y visibles injusticias sociales. Propongo que esto se haga a partir del amor de Dios, poniendo las periferias en el centro y a los últimos en primer lugar. No olvidar ese parámetro sobre el cual seremos juzgados, Mateo, capítulo 25. Pongámoslo en práctica en este repunte de la epidemia. Y a partir de este amor concreto, anclado en la esperanza y fundado en la fe, un mundo más sano será posible. De lo contrario, saldremos peor de esta crisis. Que el Señor nos ayude, nos dé la fuerza para salir mejores, respondiendo a la necesidad del mundo de hoy.

[1] cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre algunos aspectos de la "Teología de la Liberación", (1984), 5

[2] Benedicto XVI, Discurso inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (13 de mayo de 2007), 3.


miércoles, 12 de agosto de 2020

Hígados extraídos de niños vivos después de un aborto: el horror que es realidad

 

HÍGADOS EXTRAÍDOS DE NIÑOS VIVOS DESPUÉS DE UN ABORTO: EL HORROR QUE ES REALIDAD

Es escalofriante lo narrado en LifeNews por el periodista David Daleiden, quien participó de incógnito en la grabación del video del Centro para el progreso médico de los dirigentes de alto nivel de Planned Parenthood, que admitieron estar involucrados en la organización del comercio de partes del cuerpo de los niños. Niños utilizados como piezas de repuesto, dados a luz intencionalmente vivos para retirarles sus propios órganos, en particular el hígado. No es una película de terror sino realidad. El Dr. Jörg C. Gerlach, cirujano con experiencia de la Universidad de Pittsburgh, desarrolló y publicó una técnica escalofriante para extraer hígados incontaminados de niños dados a luz vivos como consecuencia de abortos tardíos con una edad gestacional de entre 18 y 22 semanas. El “protocolo” de Gerlach para extraer el hígado es utilizado para los trasplantes experimentales de células estaminales de acuerdo con el “Current Good Manufacturing Practice” (GMP), lineamientos de orientación desarrollados por la U. S. Food and Drug Administration (FDA), otra rama de la HHS (Departamento de Salud y de servicios humanos de los Estados Unidos).

“Los abortos asociados a nuestro protocolo fueron realizados por inducción médica de rutina; el parto fue provocado por la suministración local de prostaglandina” afirmaron Gerlach y su equipo del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh. “Dado que hemos obtenido el tejido de los abdominales intactos y removido quirúrgicamente los hígados en condiciones cGMP, el tejido pudo ser obtenido de modo estéril”.

Los lineamientos cGMP de la FDA exigen productos estériles para el trasplante de tejidos, lo que significa que el aborto debe dejar intacto el feto, con órganos internos no expuestos a agentes patógenos externos.

“Los fetos fueron recogidos y transferidos conforme el actual esquema de buena práctica de fabricación (cGMP) para el tratamiento de células humanas”.

“Las muestras fueron colocadas en sachets estériles conteniendo la solución de conservación epática de la Universidad de Wisconsin, y cada muestra fue transportada con hielo inmediatamente después del aborto para reducir al mínimo el tiempo de transferencia hasta el aislamiento celular”.

La inmediatez era fundamental: “La logística de la transferencia del feto a la estructura de aislamiento no requería más de una hora y nuestro protocolo excluía el uso de células que habían sido aisladas más de 6 horas antes del trasplante. Al llegar a la estructura del cGMP, cada feto fue pesado, enjuagado con una solución de Yodo y puesto sobre una bandeja quirúrgica estéril”. Después fue cortado el hígado. Es una certeza médica que un niño de cinco meses abortado por inducción del parto está vivo en el momento del parto. En caso de recolección de órganos no puede ser utilizada la digoxina en el feticidio y el objetivo del protocolo de Gerlach es el de obtener células hepáticas frescas, vivas y limpias para el trasplante, reduciendo al mínimo el tiempo sin circulación.

En otras palabras, estos niños son matados cuando sumergidos en las bolsas para ser transportados o después que sus cuerpos fueron abiertos para extraer sus hígados.

Las publicaciones afirman que generalmente estos procedimientos de disección se llevan a cabo en un laboratorio de Sicilia, que pertenece y es administrado por el Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh, pero parece que al menos una parte de este terrible trabajo se realizó o fue practicado en Pittsburgh. Los documentos para la recolección del hígado que Gerlach redactó en el 2012, 2015 y 2019 agradecen a sus colegas del departamento de obstetricia y ginecología de Pittsburgh por haber suministrado hígados fetales de los abortos de niños de cinco meses. La extracción de órganos formaba parte del programa de aborto de la Universidad de Pittsburgh. Los experimentos con el hígado en colaboración con la universidad fueron financiados desde el 2011 por el NIH (Instituto Nacional Sanitario) con unos dos millones de dólares. No podemos permanecer en silencio y no rebelarnos contra esta mentalidad de muerte difundida casi en todas partes, en la cual el niño en el vientre materno es considerado no una persona, sino un objeto, que puede ser despedazado sin problema alguno. Corrispondenziaromana

fuente rescatadores.live

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Educar el pudor: por qué es importante enseñarles a guardar su intimidad

 

EDUCAR EL PUDOR: POR QUÉ ES IMPORTANTE ENSEÑARLES A GUARDAR SU INTIMIDAD

Distinto de la vergüenza, el pudor es una defensa contra miradas y actitudes que no están acordes con la dignidad del cuerpo y una ayuda para prevenir posibles abusos.

Por Marta Peñalver

No es ningún secreto: la sociedad rechaza el pudor, fomenta actitudes desprovistas de todo cuidado y respeto hacia la intimidad y la sexualidad. “Esto provoca que muchos niños no desarrollen plenamente este sentimiento y esta virtud, y cuando llegan a la adolescencia, se comporten de acuerdo a una educación sin pudor o con una versión reducida del mismo”, asegura Carlos Beltramo, investigador del proyecto Educación de la Afectividad y Sexualidad Humana, del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra. Frente a esta actitud generalizada, es bueno que los padres reflexionen y se planteen educar en esta virtud, porque si no, serán la televisión o la pornografía quienes eduquen a sus hijos por ellos.

Distinto a la vergüenza

Pero ¿Qué es realmente el pudor? El pudor es un mecanismo de defensa contra miradas y actitudes que no están acordes con la dignidad del propio cuerpo. Beltramo explica que “el pudor es un sentimiento por el que la persona tiende a proteger cosas buenas en su intimidad”. “Tiene mucho que ver con la vergüenza, pero mientras el pudor oculta cosas ‘buenas’ (por ejemplo, las relacionadas con una sexualidad sana o con haber hecho un acto heroico), la vergüenza hace lo mismo con cosas ‘malas’ (como haber mentido o cualquier otro acto del que una persona no se siente orgullosa)”, afirma Beltramo. Así, el pudor no es solo un sentimiento, también es una virtud que plantea la necesidad de preservar ciertas conductas o partes del cuerpo de la “vista” de los demás.

Guardar la intimidad

Para que los valores sexuales puedan conducirse desde y hacia el amor, el pudor es fundamental. Beltramo alerta de que “no enseñar este concepto es desconectar la sexualidad de su belleza, y dificulta que se alcance una sexualidad sana”, ya que “el pudor es la conciencia de la relación entre el sexo y la dignidad propia de la persona”.

Para enseñar a los hijos a ser pudorosos, lo principal es “ser pudorosos”, explica Beltramo. Y, luego, habrá que inculcarles la importancia de guardar ciertas cosas solo para ellos. Otras solo podrán compartirlas con las personas con quienes tengan una confianza incondicional. Es lo que se llama guardar la intimidad.

“Es difícil que un niño o una niña que no comprenden lo que es la intimidad desarrollen el pudor, si no se les inculca la importancia de lo ‘íntimo’”, matiza Beltramo. Según adquieren la noción de lo que es íntimo, surge naturalmente el pudor, pero, aun siendo un sentimiento espontáneo, conviene que los padres ayuden a los niños a incorporarlo a su vida y los protejan de los muchos estímulos que intentan borrarlo.

El pudor para hacer frente a los abusos “El pudor es una de las primeras líneas de defensa contra los abusos y otras conductas sexuales inapropiadas”, afirma Carlos Beltramo. Una manera de explicarlo a un niño puede ser decirle que el cuerpo es su territorio: nadie debería mirar ni tocar ese territorio, excepto sus padres cuando sea necesario, y el médico durante la consulta (y mejor en presencia de sus papás), y ambos respetándolo al máximo. Beltramo asegura que “un niño que desarrolla la virtud del pudor puede darse cuenta de que se encuentra ante una situación de riesgo”, y será capaz de identificar si algún compañero o un adulto “se está pasando de la raya al querer ver sus genitales o mostrarle los propios, tocarlo o introducirlo en el mundo de la pornografía”. En estos casos, el niño sabrá actuar, rechazándolo y buscando un adulto de confianza. El pudor no solo protege a uno mismo; también inculca el respeto a los demás. Es bueno enseñar a los niños a llamar a la puerta antes de entrar en una habitación, o explicarles que deben salir de un lugar cuando se les invita a hacerlo, para que en su madurez sean capaces de respetar la intimidad de los demás.

Fuente revistamision

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Este pueblo ordena a 6 jóvenes, 3 son hermanos: ¿El secreto? Una capilla de Adoración Permanente

 

ESTE PUEBLO ORDENA A 6 JÓVENES, 3 SON HERMANOS: ¿EL SECRETO? UNA CAPILLA DE ADORACIÓN PERMANENTE

Por Javier Lozano / ReL

Bracigliano es un pequeño pueblo de la provincia de Salerno, en la región sureña italiana de Campania. Tiene apenas 5.500 habitantes, pero un hecho realmente sobrenatural se ha producido en esta localidad, y que tuvo su origen en 2010 cuando el párroco decidió arriesgarse e instalar en esta parroquia rural una capilla de Adoración Permanente. Uno de las principales intenciones era pedir para que hubiera jóvenes que respondieran a la llamada del Señor para ser sacerdotes.

Este viernes, festividad del Sagrado Corazón de Jesús, la Archidiócesis de Salerno-Campagna-Acerno, que tiene poco más de 500.000 católicos, está de fiesta puesto que pese a la crisis vocacional generalizada de Occidente va a ordenar sacerdotes a 14 jóvenes.

El poder de la Adoración Eucarística

Pero en esta cifra hay datos realmente llamativos. De estos 14 nuevos sacerdotes, seis provienen precisamente del pueblecito de Bracigliano. Y todos coinciden en que la Adoración Perpetua y la implicación de toda la comunicad han sido fundamentales para llegar a este punto. No queda aquí la cosa pues de estos seis neosacerdotes, tres de ellos son hermanos: Roberto De Angelis (34 años) y los gemelos Carmine De Angelis y Ferdinando de De Angelis, de 30 años.

Carmine habla al diario Avvenire del llamativo hecho de que tres hermanos sean ordenados sacerdotes el mismo día. Este gemelo afirma que “siempre he guardado en mi corazón y en mi mente la semilla que el Señor ha puesto en mí. Mis padres lo cultivaron con su estilo educativo basado en una fe auténtica y en principios sólidos. Cuando Ferdinando dijo que también quería ser sacerdote no me sorprendió. Pero ambos sí lo hicimos cuando, en cambio, nos dimos cuenta que nuestro hermano mayor, Roberto, quería ser sacerdote. Él fue el primero en partir, y al año siguiente le seguimos Ferdinando y yo”.

El pequeño pueblo de Bracigliano, en Salerno, tiene ahora seis nuevos sacerdotes

"Esto no es casualidad"

Los hermanos De Angelis explican la importancia para su llamada vocacional que tuvo el extraordinario hecho de que se abriera esta capilla de adoración permanente. Ahí Dios empezó a trabajar en ellos para despertar esta llamada. “Somos de un pequeño pueblo de unos 6.000 habitantes donde se abrió en 2010 la Adoración Eucarística Perpetua con la intención especial de pedir que los jóvenes respondan a la llamada del Señor. La oración traza una línea y nunca permanece sin ser escuchada por lo que con la insistencia de los fieles se ha producido esta hazaña. Sólo hemos ofrecido disponibilidad y Dios ha hecho el resto”, explican.

Por ello, añaden que “no es casualidad que esto haya ocurrido, nuestra vocación nace de la Adoración Eucarística en nuestra comunidad”.

El ejemplo de un sacerdote y la insistencia de su madre
Dos elementos más tuvieron gran influencia en estos tres hermanos. “El párroco, Emmanuel Vivo, nos dio una bella imagen del sacerdocio. Como dice el Papa emérito Benedicto, el cristianismo trabaja por atracción”, afirman los hermanos.

Por otro lado, Carmine revela que también su madre ha tenido un papel fundamental, aunque lo han sabido ahora. En declaraciones a La Stampaafirma que todavía en algún lugar del breviario de su madre, una maestra de escuela jubilada, había una oración que recitaba todos los días sin que lo supieran sus cinco hijos. “Señor, toma a uno de mis hijos como sacerdote”, pedía con insistencia ella. Su hijo afirma que “somos una familia devota, pero sólo descubrimos que nuestra madre rezaba por esto una vez que ingresamos en el seminario, así que el Señor eligió a tres de nosotros para cumplirlo”.

"¿También tú?"

Roberto, el hermano mayor de los De Angeli y el que abrió camino, estaba estudiando la carrera de Idiomas en la universidad cuando sintió esta llamada. “Me atraían las iglesias, tenía que entrar y rezar, y viendo la magnificencia de las obras de arte me hablaban de la belleza que conduce a Dios”.

Sus hermanos pequeños, los gemelos Carmine y Ferdinando, estaban estudiando Informática cuando también anunciaron su decisión de dejar todo para ir al seminario. “Mamá podía suponerlo con Roberto y Ferdinando, pero conmigo, el más rebelde, no se lo esperaba. ‘¿También tú? ¿Quién lo hubiera adivinado?’, dijo ella. Miró a mi hermano Luca, que dijo: ‘Todos serán sacerdotes’. Pero ella es feliz, al igual que mi padre Giovanni”. Junto a estos tres hermanos serán ordenados sus vecinos de Bracigliano, Alfonso Basile, Raffaele Mazzocca y Giovanni Galluzo.

Fuente religión en libertad

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"El demonio es protestante" asegura un pastor evangélico convertido al catolicismo

 

«EL DEMONIO ES PROTESTANTE» ASEGURA UN PASTOR EVANGÉLICO CONVERTIDO AL CATOLICISMO

Por: Luis Miguel Boullón

“El Demonio es protestante”, fue la primera frase que pronuncié, tras mi conversión, a quienes me escucharon por más de doce años como su pastor. El escándalo fue mayúsculo. Algunos ya habían notado que mis vacaciones fueron demasiado precipitadas y quizá hasta exageradamente prolongadas. Fueron unas vacaciones raras incluso para mi familia, que me veía reticente a las prácticas habituales en casa, como la lectura y explicación de la Biblia. Ya habíamos tenido demasiadas rencillas a causa de mis nuevos pensamientos.

“Al principio fue el Verbo”

Recuerdo vívidamente los primeros movimientos de rabia que tuve al leer un artículo en esta Revista que ahora aprecio tanto, como es la que me honra publicando este trabajo. Yo encontraba que la nota era demasiado radical en sus afirmaciones, demasiado rotunda para lo que yo estaba acostumbrado a leer.

No me dejaba muchos ‘flancos’ descuidados por donde atacar. O refutaba el centro del asunto o no tenia sentido desmenuzar tres o cuatro aspectos como se me había enseñado a realizar de forma automática e inconsciente. Generalmente los católicos tienen como que una cierta vergüenza por mostrar todas las cartas sobre la mesa, y como no muestran todo con claridad, es muy fácil prender fuego a sus tiendas de campaña, porque dejan demasiados lados flojos.

En lo personal nunca recurrí a lo que ahora entiendo como “leyendas negras”, porque me parecía que era inconducente debatir basándome en miserias personales o grupales sin haber derribado la propia lógica de su existencia. Eso hice con algunas sectas o con temas como la evolución o algunos derechos humanos según se les entiende normalmente.

Reconozco que muchos de los que en ese momento eran mis hermanos caen en ese error, tratando de derribar moralmente al “adversario” diciéndole cosas aberrantes sobre su fe. Pero basta un buen argumento, y bien plantado, para que uno se vea obligado a retirarse a las trincheras de la Biblia y no querer salir de allí hasta que el temporal que iniciamos se calme al menos un poco. Pero no nos funciona a todos el mismo esquema. Muchos no se rigen tanto por la razón como por el placer de vencer en cualquier contienda.

El artículo en cuestión me obligaba a pensar sólo con ideas, porque de eso trataba. Mi manual con citas bíblicas para cada ocasión me servía poco. Cualquier cosa que dijera sería respondida con otra. No era ese el camino.

Creo haber estado meditando en el problema unas cinco o seis semanas. Hasta que resolví acudir a la parroquia católica que quedaba cerca de mi templo. El sacerdote del lugar se deshacía en atenciones cada vez que nos encontrábamos. La verdad es que él estuvo siempre mucho más ansioso de verme que yo de verle a él. En ocasiones nos veíamos forzados a encontrarnos en público por obligaciones propias del pueblo. Pero de ordinario no nos encontrábamos. Era lo que ahora se llama un “cura nuevo”, con una permanente guitarra en las manos y muchas ganas de acercarse a mí.

Primera confesión de mala fe

Yo aprovechaba – Dios me perdone – de sacarle afirmaciones que escandalizaban a mis feligreses. El pobre nunca entendió que el ecumenismo muchas veces sirve más para rebajar a los católicos que para acercar a los separados. Uno tiene la sensación de que si la Iglesia puede ceder en cosas tan graves y que por siglos nos separaron, entonces realmente no le importaba tanto como a nosotros, que jamás cambiaríamos una sola jota de la doctrina.

Otra cosa que solía hacer – me avergüenzo al recordarla – era tirar a mis chicos a discutir con los de la parroquia. Los pobres parroquianos se veían en serios apuros en esas ocasiones.

En el fondo yo me aprovechaba de que los chicos católicos estaban muy mal formados. Como comentábamos a sus espaldas: sólo van a la parroquia a divertirse, para repartir cosas a los pobres y para hacer ‘dinámicas de vida’, pero de doctrina y de Escrituras no saben nada.

Nos gustaba vencerlos con las cosas más tontas posibles. A veces surgían temas más sabrosos, pero con los argumentos normales bastaba para al menos hacerles callar.

Esa tarde no estaba el sacerdote de siempre. Había sido removido de la parroquia por una miseria humana comprensible en alguien tan “cálido” en su manera de ser. Cayó en las redes del demonio bajo la tentadora forma de una parroquiana, con la que ni siquiera se casó.

A cambio del párroco de siempre salió a atenderme, con una cara menos complacida, un sacerdote viejo y de mirada penetrante. Lo habían ‘castigado’ relegándolo dándole el cuidado de la parroquia de nuestro pequeño pueblecito. En los últimos treinta años la población había pasado de mayoritariamente católica a una mayoría evangélica o no practicante.

Yo generalmente acudía para refrescar mi memoria y cargarme de elementos que luego trabajaba como materia de mis prédicas, o para sondear la visión católica de alguna cosa.

El Padre M. no fue tan abierto. Me recibió con amabilidad, pero con distancia. Le planteé asuntos de interés común y me pidió tiempo para aclimatarse y enterarse del estado de la feligresía. Noté que habían sido arrancados varios de los afiches que nosotros les regalábamos cada cierto tiempo y que constituían verdaderos trofeos nuestros plantados en tierra enemiga.

En verdad quedé un poco desarmado, pero logramos charlar casi de todo. Casi… porque en doctrina comenzó él a morderme. Yo comencé a responder como de costumbre, citando con exactitud una cita bíblica tras otra, para probarle su error o mi postura.

En un aprieto que me puso, le dije: “Padre M… comencemos desde el principio” Y el varón de Dios, a quien supuse enojado conmigo, me dice: “De acuerdo: al principio era el Verbo y…”

Me largué a reír nerviosamente. Aparte de que me respondía con una frase utilizada en la Misa (al menos en la tradicional), ¡imitaba mi voz citando la Biblia!

“Pastor Boullón”, me dijo luego, “No avanzaremos mucho discutiendo con la Biblia en mano. Ya sabe usted que el Demonio fue el primero en todo crimen… y por eso también fue el primer Evangélico”.

Eso me cayó muy mal. ¡Me insultaba en la cara tratándome de demonio! Sin dejarme explicar lo que pensaba, se adelantó:

– Si… fue el primer evangélico. Recuerde que el Demonio intentó tentar a Cristo con ¡la Biblia en mano!

– Pero Cristo les respondió con la Biblia…

– Entonces usted me da la razón, Pastor… los dos argumentaron con la Biblia, sólo que Jesús la utilizó bien… y le tapó la boca.

Tomó su Biblia y me leyó lo que ya sabía: que cuando el Señor ayunaba el demonio le llevó a Jerusalén, y poniéndole en lo alto del templo le repitió el Salmo XC, II-12): “Porque escrito está que Dios mandó a sus ángeles que te guarden y lleven en sus manos para que no tropiece tu pie con alguna piedra”

Pero el Señor le respondió con Deuteronomio VI, 16: Pero también está escrito “No tentarás al Señor tu Dios”. Y el demonio se alejó confundido.

Yo también me alejé, como el demonio, confundido. Me sentía rabioso por haber sido llamado demonio, y por lo que es peor: ¡ser tratado como el demonio en el desierto!

Creo que fue la plática más saludable de mi vida.

La táctica del demonio

Llegué a casa rabioso. Me sentía humillado y triste. No era posible que la misma Biblia pruebe dos cosas distintas. Eso es una blasfemia. Forzosamente uno debe tener la razón y el otro malinterpreta. Busqué ayuda en la biblioteca que venia enriqueciendo con el tiempo. Consulté a varios autores tan ‘evangélicos’ como yo, pero de otras congregaciones. No coincidíamos en las mismas cosas, pese a que todos utilizábamos la Biblia para apoyar lo que decíamos y demostrar que los otros se equivocaban.

Me armé de fuerzas y a la primera oportunidad, caí sobre el despacho parroquial del Padre M. Me recibió tan amable como la vez pasada, sólo que esta vez su distancia la hacía menos tajante a causa de su mirada divertida y curiosa de la razón que me llevaba otra vez a su lado.

Le largué un discurso de media hora sobre la salvación por la fe y no por las obras. Concluí – creo – brillantemente con la necesidad de abandonar a la Iglesia. Y cerré tomando la Biblia del cura y le leí hechos XVI, 31: ¿Qué debo hacer para salvarme?, preguntó el carcelero. Cree en el Señor Jesús – respondió Pablo – y te salvarás tú y toda tu casa.

Bebí un sorbo del té que me había ofrecido y le miré desafiante, esperando su respuesta. Pasaron eternos minutos de silencio.

Cuando carraspeé, el sacerdote me dijo:

– “¿Continuará la lectura de San Pablo?”

– “Ya terminé, Padre M.”

– “¿Cómo que ha terminado? ¡Continúe! Vaya a 1ª Corintios, XIII, 32.

– Leí en voz alta: “Aunque tanta fuera mi fe que llegare a trasladar montañas, si me falta la caridad nada soy”

– Entonces la fe…

– La fe… la fe… la fe es lo que salva

– ¡Vaya novedad! Me dice riendo. ¡No se bien quien creó la estrategia protestante de argumentar con la Biblia, pero creo que bien pudieron ser los demonios que ahora encontraron un buen medio para salvarse.

– ¿Salvarse?

– Si.. salvarse, amigo mío. ¿Acaso no es el apóstol Santiago quien nos dice que hasta los mismos demonios creen en Dios? Y si sólo la fe salva…

– …

– No se quede en silencio, Pastor… siéntese aquí que se aliviará un poco. Si quiere seguir como el Demonio, tentándome con la Biblia, le recuerdo que ahí mismo se nos dice que esa fe no salvará a los demonios, porque “como un cuerpo sin espíritu está muerto, la fe sin obras está muerta” (c.II) Y aún así los católicos no decimos que sea sólo fe o sólo obras. Cuando al Señor se le pregunta sobre qué debemos hacer para salvarnos, Él dice “Si quieres salvarte, guarda los mandamientos” Ahí tiene usted la respuesta completa.

Me acompañó hasta la puerta y me dijo: Le dejo con dos recomendaciones. La primera es que se cuide de sus hermanos de congregación. Ya sospechan de usted por venir tan seguido. La segunda es que vuelva usted cuando me traiga alguna cita bíblica – sólo una me basta – en que se pruebe que solo debe enseñarse lo que está en la Biblia.

Caminé a casa más preocupado por los comentarios que por el desafío. Eso sería fácil.

“Sólo la Biblia”

Mientras buscaba una cita que respondiera al sacerdote, caí en cuenta de que estaba parado en el meollo del asunto que por primera vez me llevó a esa parroquia con otros ojos. “Si es sólo la Biblia”, me dije, “entonces el problema del artículo queda resuelto: se debe probar por la Biblia o no se prueba”.

Ya imaginarán ustedes el resultado. Efectivamente no encontré nada. En años de ministerio, jamás me percaté de que lo central, esto es, que sólo debe creerse y enseñarse la doctrina contenida en la Biblia, no está en la Biblia. Encontré numerosos pasajes bíblicos que le conceden la misma autoridad que a las enseñanzas escritas en la Biblia a las doctrinas transmitidas por vía oral, por tradición.

Desde este punto en adelante muchos otros cuestionamientos fueron surgiendo de la charla con el Padre M. y de la lectura de esta revista y de mucha literatura escrita con fines apologéticos.

El pago del mundo

Por un momento distraeré la atención de mis incursiones a la parroquia católica. Quizás sea porque un sacerdote es esencialmente distinto a un “Pastor” protestante, o quizás por la experiencia de distintos ordenes (confesión, dirección espiritual, etc.), el Padre M. acertó en su advertencia sobre las miradas que me dirigían mis feligreses a causa de esas visitas “no estrictamente ecuménicas”.

Yo aún no me había percatado de esa desconfianza, pero observando con mayor atención notaba reticencias, censuras y reproches indirectos. Aún la guerra no se declaraba. Sólo desconfiaban.

Me decepcioné mucho, pero no me dejé vencer por la tentación. El demonio – pensaba – me estaba tentando con Roma y para eso endurecía los corazones.

Pasada una semana de angustias, me senté con mi esposa para charlar. Necesitaba desahogarme. Me encontraba en un punto tal que no quería volver a la parroquia católica pero tampoco me sentía en paz con eso.

Después de la cena, oramos con los chicos y se fueron a dormir. Me sentí y abrí mi corazón a mi esposa. Ella había sido una amante confidente y mi compañera de penurias y alegrías. Me escuchó con atención.

Sus palabras fueron tan sencillas como su conclusión: debía alejarme inmediatamente del sacerdote católico y tratar de recuperar la confianza de mis feligreses. Eso era lo prioritario. Teníamos una obligación de fe y teníamos que mantener una familia. No se hablaría más. El caso estaba resuelto… para ella.

Traté de cumplir con todo. Ella siempre fue la sensatez y me refrenaba en las locuras. Dejar de ir a la parroquia fue más fácil para el cuerpo que para mi alma. Algo me atraía de ese ambiente, y por lo demás deseaba la compañía de ese sacerdote provocador y bonachón.

Más difícil fue ganarme la confianza de los feligreses. Me exigían como prenda evidente que atacase más que nunca a la Iglesia para demostrar públicamente que no les guardaba ninguna simpatía.

Esto me costó, pues tenía que predicar omitiendo aquellos puntos en los que difería ya de mi anterior pensamiento.

Con el tiempo, mi familia y mis feligreses me dieron vuelta sus espaldas y fue la gran cruz que tuve que soportar por amar a Cristo en Su Iglesia.

Mi querido amigo se despide

No he querido exponer aquí todas las cosas que charlamos con el buen Padre M. durante semanas y semanas. Yo le visitaba furtivamente y el me acogía con amable paternalidad. Yo daba vueltas en torno al tema e intentaba responder a las sabias preguntas con las que me desafiaba. ¡Cómo detestaba tener que darle la razón!

El tiempo me fue haciendo más perceptivo a sus sutilezas e ironías. De alguna forma misteriosa este sacerdote me tenía cautivado. Me acorralaba hasta la muerte, pero me daba siempre una salida honorable. Le gustaba desmoronar todos mis argumentos.

Su estilo era único: destrozaba mis argumentos, acusaciones y refutaciones primero desde la lógica, dándome dos posibilidades… o quedar como un tonto o verificar por mi mismo esa estupidez. Luego, y sólo luego, me invitaba a revisar el punto que yo trataba – si tenía sentido – desde el punto de vista de las Sagradas Escrituras. Supongo que uno de sus mayores puntos fuertes era su sólida cultura y su gran vida de piedad.

Recuerdo perfectamente una fría mañana cuando recibí un aviso telefónico de la parroquia. Me pedía que le visitara en un hospital de los alrededores. Sin meditar en las normas de cautela que tomaba para evitar que mis feligreses se irritaran aún más conmigo, abandoné todo y partí. Ahí me enteré del doloroso cáncer que padecía – jamás dio muestras de sufrir – y del poco tiempo que le quedaba. La cabeza me daba vueltas. Sentía dolor por la partida de quien ya consideraba un amigo.

Tomé una decisión: haría pública nuestra amistad y le visitaría a diario. Pocos días después le trasladaron, a petición suya, a su residencia.

Desde ese día le acompañé a diario. Dejé muchos compromisos de lado. La tensión comenzó a crecer hasta llegar a agresiones verbales abiertas y amenazas de quitarme el cargo y el sueldo. Mi familia estaba amenazada con la pobreza.

Fueron días de mucha angustia. Sabía que caminaba por los caminos correctos. Incluso pensaba en hacerme admitir en la Iglesia. Los temores y las dudas de antes de la internación del Padre M. se disiparon. No quería arrepentirme de mis errores ni recibir el perdón y el consuelo de nadie más. Pero la situación que me rodeaba era tan compleja que me paralizaba.

Recé muchísimo y acudí a pedir el consejo del Padre M. Él me recibió con mucha amabilidad y escuchó con atención mis problemas. Él ya los conocía. Me habló de la fortaleza de esos mártires que no tuvieron en cuenta ni la carne ni la sangre ni las riquezas, sólo amaron la verdad y dieron público testimonio de su adhesión a la fe. “Más vale entrar al Cielo siendo pobres que irse al infierno por comodidades”, sentenció.

Como adelanté al principio, reuní a mis feligreses y les hice una declaración de mi conversión. “¡El Demonio es protestante!” les dije para abrir la charla. Luego fueron abucheos y no me dejaron terminar las explicaciones.

Mas tarde reuní a mi familia y les platiqué de cada punto, y respondí a todas las objeciones de fe y de la situación. Mi esposa no discutió mucho: me expulsó de casa. Esa noche dormí acogido por el Padre M. quien me tranquilizó respecto al altercado. Desde entonces y después de pasados años de mi conversión nunca más fui admitido en casa como padre y esposo. Hoy les visito con tanta frecuencia como me permiten, pero sus corazones siguen muy endurecidos. El Padre M. tuvo muchas palabras para mí, pero las que más me llegaron fue su confesión de ofrecimiento de su vida por la salvación de mi alma… y que con gusto veía el buen negocio ya cerrado. Dios escuche las plegarias de mi buen amigo en el Cielo por mi esposa y mis seis hijos para que a su tiempo y forma vivan la vida de gracia de la santa fe

Roma… mi dulce hogar

Rogué al buen sacerdote me preparara para abjurar mis errores y ser admitido en la Iglesia. Dispuso de todo y una mañana de abril de 2001 fui recibido en el seno de la Esposa de Cristo. En junio de ese mismo año mi querido amigo entregó su alma al Señor, siendo muy llorado por todos cuantos le conocimos mejor. Le lloraron los enfermos y presos que visitaba, los niños y jóvenes de catequesis, los pobres y necesitados que consolaba, los fieles que acudían a él en busca de consejo y del perdón de Dios. En tributo a él escribo estas líneas. Mi querido sacerdote y Revista Cristiandad.org fueron mis dos grandes apoyos e impulsores tanto de mi conversión como de mi impulso apostólico al trabajar especialmente con los conversos y preparados para la conversión.

Tras su partida la parroquia fue administrada por un sacerdote más cercano al estilo del predecesor del Padre M. Yo sentí mucho esto porque con su prédica y actuar desmentía muchos de esos grandes principios eternos que había conocido y amado.

A veces me pregunto por la oportunidad de muchos cambios que se hacen más para contentar a los malos que para agradar a los buenos. Recuerdo que mi sacerdote amigo no era muy afecto a ceder ante nosotros, sino mas bien a mostrarnos todas las banderas, incluso las más radicales. Y éstas fueron, precisamente, las que más me indignaron pero a un mismo tiempo me atrajeron.

Pero persevero en el amor a la Iglesia de siempre, a esa doctrina de la que el Señor dijo que pasarían Cielo y Tierra pero que ni una sola jota sería cambiada.

Bien se por experiencia propia y por la de tantos que han compartido conmigo sus testimonios de conversión, que esos coqueteos con el error no producen conversiones. Y las pocas que se producen son de un género muy distinto – por superficiales y emocionales – de las verdaderas conversiones, esas que producen santos. La realidad es la que constataba a diario como Pastor protestante, cuando la poca preparación de los católicos y la confusión que produce el falso ecumenismo llenaban las bancas de nuestras iglesias y los bolsillos de nuestras congregaciones evangélicas. La ignorancia religiosa de los fieles es la cosa más agradecida por las sectas, porque al ser muchas veces hija de la pereza espiritual se acompaña por la pereza intelectual. Basta entonces cualquier cosa que les emocione, que les haga sentir queridos, y luego viene el sermón acostumbrado para hacerles dudar primero y luego darles respuestas rotundas. Eso los desestabiliza y luego les atrae nuestra seguridad. ¡Y luego salimos a la calle a gritar contra los dogmas!

Ahora, junto con ustedes, puedo acudir a los pies de María Santísima y pedir que por amor a la Divina Sangre de Su Hijo Amado obtenga la conversión de los paganos, de los herejes y cismáticos y que haciendo triunfar a la Iglesia sobre Sus enemigos instaure la Paz de Cristo en el Reino de Cristo.

Fuente, Cristiandad.org

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