Parece ser una historia de hadas o infantil. ¿Cuántas veces la hemos leído o escuchado? Pero esta historia contiene toda una teología Cuaresmal.
La palabra “Cenicienta” quiere decir: “una jovencita que se sienta sobre ceniza”. Y aquí donde empezamos a entender mejor las cosas y esta historia.
La ceniza es polvo y el polvo es tierra o “humus“ en latín. De esta palabra salen las palabras “humanidad” y “humildad”. El símbolo de la ceniza ha sido utilizado por las grandes religiones durante siglos. "Sentarse sobre ceniza" implica que es tiempo de reflexión, y que estas haciendo penitencia.
Así lo hizo el rey David. El rey se arrepintió de su doble pecado cuando el profeta Natán le habló de parte de Dios, él se postro y se humilló sentándose en ceniza como señal de dolor y humillación, de un arrepentimiento de corazón.
Lo mismo sucedió cuando Jonás profetizó que Ninive seria destruido en 40 días. Todos se vistieron de cilicio y ceniza mostrando humillación.
Luego el profeta Isaías dice en 44,20: "Se alimentan de cenizas, se dejan engañar por su iluso corazón, no pueden salvarse a sí mismos, ni decir:¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!".
La joven Cenicienta pasó un tiempo de humillación (tuvo que sentarse sobre ceniza) pero luego encontró la verdadera felicidad, aunque no fue tan fácil (hasta perdió el zapato).
Dios siempre nos está esperando hasta que nos pone el zapato (él mismo se humilla - Jesús lavó los pies a sus apóstoles).
Hoy al recibir la ceniza sobre nuestra cabeza hay que recordar que es tiempo de sentarse sobre la ceniza como tuvo que hacer la Cenicienta. Es tiempo de humillar nuestro corazón. En el silencio vamos a encontrar el verdadero sentido de la vida.
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