jueves, 22 de julio de 2021

¿Conoces la historia del sacerdote que fue ordenado adentro de un campo de concentración nazi?



Karl Leisner nació en 1915 y se crió en la localidad alemana de Cléveris. Pronto sintió la vocación a la vida sacerdotal, por lo que ingresó al seminario de Múnich a la edad de 19 años. En esa época, también ingresó al movimiento Schoenstatt, al que perteneció hasta su muerte.

Tras su ordenación diaconal en 1939, Karl tuvo que ser ingresado en el hospital debido a una tuberculosis. Algunos meses después, en noviembre del mismo año, Leisner fue arrestado por la Gestapo, la policía secreta del régimen nazi. Después de un tiempo en la prisión de Friburgo, es enviado al campo de concentración de Dachau. Hasta el día de hoy, este recinto de prisioneros es considerado el lugar donde más sacerdotes han sido asesinados del mundo, con la sangre de 1.034 clérigos en las manos de quienes administraban el lugar.

A pesar de las torturas de los nazis y el progresivo declive de la salud de Karl, él siempre mantuvo un gran ánimo. Así lo relata Guillaume Zeller en su biografía ‘La Barraca de los sacerdotes, Dachau, 1938-1945’, explicando que Leisner era “capaz de entusiasmar y atraer a otros”.

Una ordenación en el campo de concentración

El 6 de septiembre de 1944, el obispo francés Gabriel Piguet fue encarcelado en el campo de concentración. Ante esta situación, Leisner pidió a un amigo belga que solicitara por él al prelado que le ordenara sacerdote. Este accedió a la petición siempre que consiguiera la autorización del arzobispo de Múnich, algo que consiguieron gracias a un contacto en el exterior.

La intervención diplomática del Vaticano permitió la construcción de una pequeña capilla en el campo, y los sacerdotes se encargaron de hacer los preparativos. También ayudaron a que se produjera la ordenación algunos prisioneros protestantes y judíos. Finalmente, Karl Leisner fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1944, celebrando su primera y única Misa pocos días después, el 26 de diciembre.

Tras la liberación del campo de concentración, el P. Leisner se encontraba en muy mal estado de salud, algo que finalizaría con su fallecimiento cinco meses después, mientras pedía a Dios por el perdón y la bendición de sus enemigos.

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