A una semana de la decisión de la Corte Suprema de México de despenalizar el uso recreativo de cannabis, la Comisión episcopal de salud advierte sobre las consecuencias personales, sociales, familiares y de seguridad que traerá a la sociedad mexicana
“Depresión, aumento de la ansiedad, aumento en la tasa de suicidios, pérdida de la memoria, desintegración social y, lo más grave, la destrucción de la familia”. Estas son sólo algunas de las consecuencias mencionadas por monseñor Domingo Díaz Martínez, arzobispo de Tulancingo y responsable de la Pastoral de la Salud de la Conferencia del episcopado mexicano (CEM), en el mensaje “Estén preparados”, que rechaza la decisión de la Corte Suprema de México de despenalizar el uso recreativo de la marihuana.
Más pobreza, dolor e impunidad
“Ahora que las puertas para el uso lúdico de cannabis se han abierto, vemos con gran pena y preocupación, que las posibles complicaciones del abuso indiscriminado sin consecuencia de esta substancia” que, para el obispo, traerá graves consecuencias también sociales. Y añade en la carta publicada en el portal de la CEM:
“Prevemos con esta decisión más pobreza, más problemas familiares, más violencia, más dolor y más impunidad”
El máximo tribunal de justicia de México, el pasado 28 de junio, emitió un fallo que despenaliza el autoconsumo lúdico de cannabis en el país, es decir, para consumir, cultivar y portar marihuana con propósitos recreativos, pero aclara que su comercialización no es legal. En otras palabras, los adultos que quieran consumir marihuana para uso lúdico deberán pedir un permiso a la Secretaría de Salud para poder hacerlo. Con esta autorización podrá sembrar, cultivar, cosechar, preparar, poseer y transportar cannabis exclusivamente para el autoconsumo, mas no podrá producir grandes cantidades, distribuir o comercializar marihuana.
Propiciando el mal común
“Vemos también que esta decisión, lejos de buscar el bien común, estará propiciando un mal común y no atiende los daños a la salud surgidos por el consumo cada vez mayor de la marihuana, no atiende los efectos en las familias por los jóvenes que consumen drogas, tampoco contribuye a inhibir y reducir la exposición a sustancias estupefacientes”, advierte monseñor Díaz Martínez al destacar a los problemas que ya causan el tabaquismo y el alcoholismo en las personas y en la sociedad, se sumará la adicción a la marihuana.
Preocupante aprobación
El arzobispo de Tulancingo reitera que la Iglesia, hoy más que nunca, invita a los padres, a los jóvenes, a los catequistas, a la pastoral juvenil y a los pastores a prevenir y trabajar para sembrar valores cristianos y morales en las nuevas generaciones. Insiste en que esta “preocupante aprobación” plantea retos a toda la Iglesia que debe convencer, prevenir y caminar junta, unida y organizada.
El reto de educar en valores
A los padres, monseñor Díaz Martínez los invita a tomar “en serio” la educación en valores y virtudes de modo que sus hijos puedan tener las armas para dilucidar sobre lo que es mejor para ellos y evitar los graves riesgos de una adicción. Pero especialmente se dirige los jóvenes para que estén alerta ante esa amenaza. De hecho, el prelado subraya:
“Jóvenes, estén atentos a no caer en las trampas de la adicción, piensen en la esclavitud, sufrimiento y pobreza a que los puede llevar. Se dice que esta resolución es para defender sus derechos, eso les dicen ahora, pero los dejarán solos el día de mañana con su tristeza, pobreza y dolor”
Un drogadicto no es un trasto roto
Por último, el responsable de la Pastoral de la Salud del CEM exhorta a los fieles y a toda la Iglesia a no condenar a una persona que caiga en la drogadicción:
“No podemos caer en la injusticia de clasificar al drogadicto como si fuera un objeto o un trasto roto. Cada persona ha de ser valorada y apreciada en su dignidad para poder ser sanada”
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