Los análisis de datos de celulares obtenidos por un blog católico conservador parecían mostrar que sacerdotes de múltiples niveles de la jerarquía católica tanto en Estados Unidos como en el Vaticano usaban la aplicación de encuentros casuales entre personas de la comunidad gay Grindr.
El primer informe, publicado a finales del mes pasado, llevó a la renuncia de monseñor Jeffrey Burrill, el ex secretario general de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.
El segundo, que fue publicado online días después, hizo afirmaciones sobre el uso de Grindr por parte de personas cuyos nombres no fueron mencionados en rectorías no especificadas en la Arquidiócesis de Newark, en Nueva Jersey.
El tercero, publicado unos días más tarde, asevera que en 2018 al menos 32 dispositivos móviles emitieron señales de datos de la aplicación desde áreas dentro de Ciudad del Vaticano a las que no pueden acceder los turistas.
Desconcierto
Los informes del blog, The Pillar, han desconcertado a los jerarcas de la Iglesia católica estadounidense y han agregado una nueva y posiblemente poderosa arma a la guerra cultural entre los simpatizantes del papa Francisco y sus críticos conservadores: los datos celulares, que muchos usuarios asumen que no están disponibles para el público en general.
“Cuando hay informes como estos que afirman exhibir las actividades de este tipo en parroquias de todo el país y también en el Vaticano, eso es una emergencia de gran escala para los altos jerarcas eclesiásticos, no hay duda alguna”, dijo John Gehring, director del programa católico en Faith in Public Life.
Los informes han dejado a los jerarcas eclesiásticos en una posición incómoda: los sacerdotes asumen un voto de celibato que no es flexible de ningún modo y la descarga o el uso de aplicaciones de citas por parte de miembros del clero contradice ese voto.
Sin embargo, a los jerarcas también les genera una profunda incomodidad el uso de datos celulares para vigilar de manera pública el comportamiento de los sacerdotes.
Los jerarcas del Vaticano dijeron que se reunieron con representantes del blog en junio, pero que no responderían de manera pública a sus informes.
“Si alguien que ha hecho una promesa de celibato o un voto de castidad tiene una aplicación de citas en su celular, puede meterse en problemas”, dijo Joseph W. Tobin, cardenal de Newark, durante un panel organizado a través de Zoom por la Universidad de Georgetown.
El religioso declinó ser entrevistado para este artículo.
“También diría que pienso que hay una ética muy cuestionable detrás de la recolección de este tipo de datos de personas, bajo la presunción de que tal vez no cumplieron con sus promesas”, dijo.
Incógnitas
Los informes han planteado algunas preguntas:
¿cómo obtuvo The Pillar los datos celulares?
¿Cómo analizó los datos, que están disponibles para uso comercial de manera anónima, para identificar a usuarios individuales de la aplicación?
¿Cuán generalizado es el uso de aplicaciones de citas entre los sacerdotes católicos y qué tanto ha podido averiguar The Pillar sobre individuos específicos?
Los editores de The Pillar, J. D. Flynn y Ed Condon, se han rehusado a contestar cualquiera de esas preguntas.
También declinaron peticiones de entrevistas de otros medios informativos.
En un pódcast, Flynn y Condon dijeron que su trabajo estaba motivado por un deseo de exponer una cultura secreta de conductas inapropiadas dentro de la Iglesia.
“El comportamiento sexual inmoral e ilícito por parte de los clérigos que están obligados a cumplir con el celibato, pero también por parte de otros líderes de la Iglesia, podría generar un sentido amplio de tolerancia para cualquier cantidad o tipos de pecados sexuales”, dijo Flynn en el pódcast.
Dijeron que Newark fue la única diócesis estadounidense sobre la que escribieron porque alguna vez fue liderada por el ex cardenal Theodore McCarrick, quien fue expulsado del sacerdocio en 2019 y el mes pasado fue acusado de abusar sexualmente de un menor en Massachusetts en 1974.
No obstante, su decisión de investigar el uso de una aplicación de citas para personas homosexuales en los suburbios de Nueva Jersey, en lugar de una ciudad con una gran población gay, ha levantado sospechas sobre que su verdadero objetivo pudo haber sido dañar a Tobin, un aliado del papa Francisco.
La ex empleadora de Flynn y Condon, la conservadora Agencia Católica de Informaciones, publicó un informe el día previo a la primera publicación en The Pillar en el que declaró que había sido contactada en 2018 por “una persona preocupada por reformar el clero católico”.
Esa persona les ofreció datos celulares similares y también brindó información específica sobre un sacerdote destacado en el ámbito nacional que no era Burrill, dijo el editor ejecutivo de la agencia, Alejandro Bermúdez.
Quien declinó nombrar al sacerdote.
En aquel momento, Flynn y Condon eran ambos editores en la agencia, pero Bermúdez dijo que no habló del ofrecimiento con ellos.
Bermúdez mencionó que pensó que los datos eran fiables, pero al final se rehusó a aceptarlos porque consideró que habían sido recolectados de una manera “sospechosa”.
También dijo que consideró que usarlos para exponer la vida privada de los sacerdotes no sería una forma efectiva ni ética de reformar la Iglesia.
Los informes de The Pillar se han basado en lo que el blog describe como “un conjunto de datos muy grande” derivado de las señales de datos de múltiples aplicaciones móviles que fueron recolectadas durante dos períodos de veintiséis semanas, uno en 2018, y otro a finales de 2019 y principios de 2020.
Hasta 2020, Grindr proporcionaba de manera rutinaria datos de ubicación de los usuarios a plataformas independientes de intercambio de anuncios en línea, donde los podían adquirir vendedores de datos.
En enero, la Autoridad Noruega de Protección de Datos le impuso a Grindr una multa de 11,7 millones de dólares por sus antecedentes de facilitar datos de usuarios, incluyendo ubicaciones precisas, a compañías de publicidad que después los compartían con posiblemente más de otras cien entidades.
Mediante un comunicado, Grindr dijo que estaba tratando de determinar cómo The Pillar había adquirido sus datos de usuarios.
Sin embargo, indicó que esta labor era complicada debido a las “vagas e incompletas descripciones del trabajo” por parte de los escritores.
“Lo que queda claro es que este trabajo involucró mucho más que solo un pequeño blog”, dijo Grindr en su comunicado.
La complejidad y el volumen del conjunto de datos hace que parezca probable que la fuente de The Pillar tuviera dinero y habilidades analíticas, dijo Ashkan Soltani, un ex asesor tecnológico de la Casa Blanca y la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos.
Por lo general, ciertas corporaciones y grupos políticos les compran datos de aplicaciones móviles a comerciantes de datos con el fin de analizarlos y determinar patrones de comportamiento.
También pueden usar filtros de ubicación para encontrar a los usuarios de cierta aplicación en una ubicación determinada, como los usuarios de Grindr dentro de las fronteras compactas de la Ciudad del Vaticano.
Algunas firmas se especializan en eliminar el anonimato de los datos móviles y, en ocasiones, se puede definir la identidad de un usuario al seguir sus movimientos, explicó Soltani.
Tal vez así fue como The Pillar identificó a Burrill, quien, según el blog, fue rastreado a su hogar y oficina, así como en bares gays y una casa de baño.
“Esto es a pequeña escala y todo esto en realidad está disponible para todos. Existe un riesgo para cualquiera que use estas aplicaciones. Esto podría pasarle a cualquiera”, advirtió Soltani.
Los informes han preocupado a la Iglesia.
Matteo Bruni, un portavoz del Vaticano, dijo que los jerarcas del Vaticano, incluido el poderoso secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, se reunieron con “representantes de The Pillar” el 17 de junio.
No obstante, dijo que el Vaticano había decidido no responder al informe y no manifestó si planeaba investigar las afirmaciones.
No queda claro cómo los jerarcas eclesiásticos podrían sancionar el uso de una aplicación móvil, si se confirman los informes de The Pillar.
En Newark, los altos mandos de la Iglesia les ordenaron a los sacerdotes que no hablaran con periodistas.
Varios que sí hablaron, con la condición de que se respetara su anonimato, expresaron consternación sobre el uso de datos móviles para rastrear a los sacerdotes.
Incluso líderes laicos se mostraron reacios a hablar sobre la controversia de manera oficial, aunque no muchos feligreses parecen estar al tanto de ello.
The Pillar no ha comunicado si planea publicar más informes basados en datos celulares, pero sacerdotes de otras diócesis han esperado con ansias para ver si el medio publica cualquier cosa sobre sus comunidades.
Bob Bonnot, director ejecutivo de la Asociación de Sacerdotes Católicos de Estados Unidos, dijo que el uso de datos de celulares para rastrear el movimiento de Burrill había profundizado una sensación de vulnerabilidad que muchos sacerdotes sienten.
“Puede ser terriblemente amenazante”, dijo.
“Puede hacer sentir incómodos y preocupados a todos los sacerdotes”.