El padre Karl Walnner, sacerdote cisterciense y director de Missio Austria, predicó un encendido sermón sobre la apostasía en Occidente en contraposición con la realidad de los conversos del Islam que han mantenido su fe en medio de la persecución: «Este cristianismo decadente que tenemos aquí no merece seguir existiendo, no puede seguir así».
«Queridas hermanas y hermanos, hoy asistimos a la muerte del cristianismo en Occidente». Así lo dijo hace unos días Karl Wallner, conocido director de Missio Austria, profesor de teología de Heiligenkreuz, autor de libros y sacerdote cisterciense, en un vibrante sermón sobre la parábola de Jesús de los obreros de la viña.
Missio Austria publicó el vídeo del sermón en su totalidad en youtube bajo el título «¿Banderas arco iris en la torre de la iglesia?»
El religioso aseguró estar conmocionado «por las imágenes de Afganistán», porque son «una señal para la comunidad mundial» de que la gente que había ayudado a las potencias occidentales estaba siendo «abandonada» «y el islamismo está triunfando». «Los regímenes totalitarios de alrededor, como China y Rusia, ya han reconocido al gobierno talibán».
El P. Wallner pide aprovechar la llegada de refugiados de países islámicos para predicarles el evangelio, porque los conversos son fuente de renovación para la Iglesia allá donde están. «Siempre lo pasamos mal con los bautizados que vienen del Islam y que tienen tanto anhelo porque aquí experimentan la libertad y la dignidad de la mujer, mientras que en nuestro país se sirve a la ideología de género en el lenguaje, lo que destruye nuestro idioma alemán. Estos son nuestros problemas. Y que la bandera del arco iris ondee también en el campanario de todas las iglesias, si es posible. Esos son nuestros problemas».
Por el contrario, dijo, en estos países de los que proceden los cristianos recién bautizados, «tenéis la opresión de las mujeres, la opresión de las minorías, tenemos la persecución de los cristianos y la quema de iglesias». «Este cristianismo decadente que tenemos aquí no merece seguir existiendo, no puede seguir así».
En el transcurso de su sermón, el padre Wallner reconoció que estaba siendo contundente: «Perdonen si hoy me he dejado llevar un poco». Y sugirió una solución:
«En esta agonía del cristianismo, necesitamos urgentemente centrarnos en lo esencial de la fe, lugares donde se rece y se experimente la fe. Como solían ser nuestros monasterios y lugares de peregrinación. Necesitamos nuevos modelos donde se pueda experimentar el cristianismo, la fe cristiana a todos los niveles. Necesitamos un campo de misión en las afueras de Viena, con casas de oración; necesitamos estudios de televisión allí para poder proclamar por fin a través de los medios de comunicación. ¿Dónde está la Iglesia con sus cadenas de televisión? Todo el mundo difunde su ideología por todas partes, ¿y la Iglesia? Tenemos el mandato de proclamar a los cuatro vientos, ¿dónde estamos? ¡No estamos allí, querida gente!....Es una necesidad crear esos lugares donde la fe cristiana es atacada por las ideologías de género y todo lo que se ofrece contra la iglesia y el cristianismo. Necesitamos este campo de misión... donde la fe cristiana pueda vivirse, donde pueda crecer y donde pueda reencender a otros».
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