jueves, 30 de enero de 2020

No tomarás el nombre de Dios en vano


NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO


Por: José G. Fernández Hernández

El segundo mandamiento prohíbe abusar del nombre de Dios

Desde pequeños hemos sido educados en la fe cristiana, hemos escuchado al sacerdote, a la hermanita, al catequista y a nuestros padres, hablar de los diez mandamientos, decálogo que debe servir para obrar bien o mejor dicho, obrar rectamente. El pueblo de Israel abatido por su historia, una tradición cargada de culpabilidades y de esclavitud, ve en Moisés la oportunidad perfecta de hacer realidad la promesa que Dios hizo a Abraham tiempo atrás.

"Y el Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra,
de {entre} tus parientes y de la casa de tu padre, a
la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre,
y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan,
y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán
benditas todas las familias de la tierra." (1)

El pueblo judío se puede considerar, a lo largo de su devenir, como un grupo de individuos que siempre han vivido con "las maletas hechas", han sido errantes, sin fronteras, se han convertido en nómadas por excelencia por eso siempre han tenido una mentalidad de pioneros e innovadores. Han estado durante muchos siglos en un continuo movimiento buscando siempre nuevas tierras donde asentarse desde que salieron de la zona que ocupaban en el siglo I (2).

Y es que este pueblo que históricamente ha tenido las pruebas de los justos, se abandona por entero al Dios verdadero al único que desde su infinito amor les conoce y les anima a profundizar en la fe. Esta experiencia de Dios lleva al pueblo de Israel a entender que solo existe una ley y es la del amor. En medio de su situación (de esperanza), el pueblo recibe el decálogo que hará que todos vivan fraternalmente y en consonancia con el proyecto del Altísimo. El amor de Dios es tan grande que no importa las veces que fallemos, Él como al pueblo de Israel, nos ama y nos invita constantemente a amar, este es el sentido de la Ley de Dios, profundizar en nuestra humanidad para reconocer su amor y desde ese fuego vital que no daña, sacar lo mejor de nosotros para demostrar que Dios es amor.

Veamos entonces que podemos reflexionar sobre el segundo mandamiento.

¿Qué es tomar el nombre de Dios en vano?: para responder a esta pregunta debemos primero considerar el significado de la palabra vano. Para la RAE vano es simplemente un algo que este vacío? o carece de contenido (3). En este sentido cuando nos referimos a no tomar el nombre de Dios en vano. No solo nos referimos a no jurar su nombre sino a no realizar ninguna acción en su nombre que no sea sentida verdaderamente. Porque de no ser así? estaríamos cometiendo actos vanos. El segundo mandamiento prohíbe abusar del nombre de Dios, es decir, todo uso inconveniente del nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de todos los santos. Y es que si nos detenemos a pensar, como dice San Ignacio, el hacer las cosas sin gustar de ellas internamente solo acarrea un cumplimiento y no un acto de amor.

En la vida cotidiana el jurar es casi un acto reflejo. Como en tantas otras cuestiones, algunos religiosos se niegan a aceptar esta costumbre. Al respecto, el rabino Saca explica que: «El juramento excesivo no es bien visto en el judaísmo. Sí es correcto hacerlo por algo serio en el momento adecuado. En ese caso se puede y se debe utilizar, aunque siempre contemplando la extensa reglamentación que tenemos al respecto que indica las formas y las causas que permiten hacerlo» (4) todo en exceso pierde efecto y valía, pero más que un ámbito superficial el uso de lo sagrado en las acciones cotidianas nos debe llevar a una forma de reflexión constante para llegar a convertirnos en verdaderos seres espirituales, donde se reflexione antes de actuar y luego de hacerlo se vuelva a reflexionar.

«El problema no es el hábito de jurar, sino la pérdida de los valores. Estamos en un mundo donde las cosas que se dicen no tienen valor. Vivimos en la cultura de la falsedad y entonces es muy probable que el juramento se utilice para respaldar la mentira, que es lo habitual». El segundo mandamiento es un llamado a la reflexión, es un darnos cuenta de lo importante que somos para Dios, de como Él en su infinito ser padre, se nos da por completo a través de su hijo y nos deja su espíritu para que seamos amor en acción. En este tiempo de espera (Adviento) debemos cuestionarnos si realmente estamos haciendo las cosas con el corazón o simplemente por habito de cumplir.

1 Génesis 12:1-3
2 Hernández M. Breve historia del pueblo de Israel, ayer y hoy, ¿puede haber una esperanza de paz en ese territorio? HAOL, Núm. 20 (Oton?o, 2009), 93-98. ISSN 1696-2060
3 Recuperado en http://www.rae.es/ el 3-5-2017
4 Recuperado de https://www.megustaleer.com/fragmentos/sec/0069706/index.html el 14-10-2017


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