domingo, 26 de enero de 2020

¡Qué fácil es llegar sólo a tomar los frutos que otros han sembrado!


¡QUÉ FÁCIL ES LLEGAR SÓLO A TOMAR LOS FRUTOS QUE OTROS HAN SEMBRADO!

¡PERO QUÉ DIFÍCIL ES HACER QUE UN SUELO INHÓSPITO RECIBA LA SEMILLA Y TRABAJARLO CON MUCHO ESFUERZO HASTA QUE DEJE CRECER A LA PLANTA, PARA QUE FINALMENTE PUEDAN HABER FRUTOS!

En aquellos años, recién pasada la Segunda Guerra Mundial...

¿Dónde estaban esos, que hoy dicen ser los verdaderos cristianos, cuando la muerte acechaba, buscando cómo acabar con la iglesia de Cristo?

¿Dónde se ocultaban esos grupos que hoy son liderados por nuevos mesías que, biblia en mano, dicen ser apóstoles, profetas y ungidos?

¿Por qué cuando las balas zurcaban el aire en busca de sangre, el único que se quedaba, incluso a riesgo de perder su vida, era el hombre con sotana o con hábito, que celebraba la eucaristía y rezaba el santo rosario?

¿Dónde se escondieron todos esos grupos cuando el cristianismo era considerado un delito de muerte, y que hoy tienen abundancia de grandes "sabios", que vociferan contra las enseñanzas del Magisterio católico?

Para ti, hermano, que has sido arrancado de tu fe católica, recuerda dónde aprendiste a amar a Jesús mucho antes que llegaran esas otras personas con enseñanzas extrañas, y que nunca estuvieron ahí cuando empezabas a caminar en la fe. Recuerda quiénes fueron los que plantaron las semillas, mucho antes que llegaran otros a llevarse tus frutos. Recuerda dónde naciste como hijo de Dios. No dudes más, solo regresa. Las puertas siempre han estado abiertas, esperando por tu retorno.

Para los que creen que todo se arregla con decir cínicamente que "todo eso quedó en el pasado", los invitamos a que hagan las mismas preguntas en tiempo presente, teniendo en mente la sangrienta persecución que viven hoy en día los cristianos católicos en oriente.

Y para los católicos que ya vienen corriendo con sus carteles que dicen "no juzgar", "más misericordia", pongan esos carteles en el suelo, abran sus biblias y lean lo que dice en San Juan 7,24. Decir la verdad, señalar cosas que son ciertas, aunque incomoden mucho, no es juzgar sin justicia. Quedarse callado, cuando el deber llama a decir la verdad, y pretender que la conciencia se puede calmar escudándose detrás de "no juzgar" o "más misericordia", sólo para no incomodar a nadie, eso se llama cobardía. No tiene otro nombre.

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