EL LEÓN DE JUDÁ, LA MÁS IMPORTANTE PROFECÍA BÍBLICA PARA LOS JUDÍOS, QUE UNA VEZ CUMPLIDA, OCULTARON PARA NO RECONOCER A JESÚS DE NAZARET COMO EL MESÍAS
Por Jesús Mondragón
Tras la caída de Adán y Eva. Eclipsada por la primera profecía de la Biblia que anuncia la venida del Mesías Salvador del mundo, mejor conocida como el "protoevangelio":
Génesis 3,15
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.
Existe otra profecía un poco más adelante, en ese mismo libro del Génesis no menos importante que la anterior, sólo que una vez que la venida de Jesucristo es para nosotros un hecho consumado, los cristianos nos hemos olvidado de esa segunda profecía, la que daba las señales precisas y el tiempo en que la venida del Mesías tendría su cumplimiento.
Pero aunque hoy en día los cristianos nos hayamos olvidado de esa profecía. Antes de la llegada de Jesucristo, el pueblo judío vivía al pendiente de su cumplimiento, casi podría decirse, que el mundo judío giraba alrededor de ella. Pues bien, ¿Cuál es esa profecía?
Cuando el patriarca Jacob, padre de las doce tribus de Israel estaba por morir, en su lecho de muerte bendijo a cada uno de sus doce hijos, según las palabras que Yahveh Dios le inspiraba. Al llegar a Judá, recitó la gran profecía:
Génesis 49,8-10
A ti, Judá, te alaben tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos: ¡inclínense a ti los hijos de tu padre!
Cachorro de león, Judá; de la caza, hijo mío, vuelves; se agacha, se echa cual león o cual leona, ¿Quién le va a desafiar?
No se irá el cetro de la mano de Judá, ni el bastón de mando de entre tus piernas, hasta que venga el que le pertenece y al que harán homenaje las naciones.
El consenso unánime de la antigua tradición judía, es que dicha profecía se refiere al Mesías. Recordemos que el rey David, a quien Dios le prometió un trono eterno, era de la tribu de Judá y por lo tanto, el Mesías forzosamente tendría que ser descendiente de David y de la tribu de Judá.
II Samuel 7,16
Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.
Ahora bien, según la profecía antes vista, dos signos deben preceder a la venida del Mesías y mantener despiertos los espíritus: la pérdida del cetro y la supresión del poder judicial. Comentando esta profecía de Génesis 49,8-10; el Talmud dice:
"El hijo de David no ha de venir antes de que el poder real haya desaparecido de Judá"; y más aún: "El hijo de David no ha de venir antes de que hayan desaparecido los jueces en Israel". Tratado Sanedrín, fol. 97, verso.
Pues bien, el primer signo se cumplió, cuando el cetro fue arrancado de la mano de Judá en el año 587/586 antes de Cristo, con la muerte del rey Sedecías. Por más de 400 años, ningún descendiente de David volvió a ocupar el trono de Israel. Los últimos reyes que lo habían poseído, los príncipes Macabeos, eran de la tribu de Leví, 1Macabeos 2,1. Y Herodes el grande, que puso fin a su dinastía, ni siquiera era de sangre judía. Antigüedades de los judíos, XIV, VII,3, Flavio Josefo.
El segundo signo, la pérdida del poder judicial, se cumplió con el exilio y deposición del rey Arquelao, hijo y sucesor de Herodes el grande, en el año 7 después de Cristo, Judea y Samaria se convirtieron en provincias romanas, con el procurador Coponio, gobernando en nombre de César Augusto. Fue quitado al Sanedrín el ius gladii, el derecho soberano sobre la vida y la muerte en Israel. Dice el Talmud:
"Una vez suprimido el poder judicial, ya no había Sanedrín". Talmud de Babilonia, Tratado Sanedrín, cap. IV, fol. 37, recto.
"Unos cuarenta años antes de la destrucción del templo, le fue arrebatado a los judíos el derecho de dictar sentencia capital". Talmud de Jerusalén, tratado Sanedrín, fol. 24, recto.
Cuando los miembros del Sanedrín vieron que se les arrebataba el derecho soberano sobre la vida y la muerte, la desolación fue general, según narra el rabino Rachmon, en Pugno fidei, Raymond Martin, Leipzig, pág. 872.
"Los miembros del Sanedrín se cubrieron la cabeza de cenizas y se vistieron con cilicios, diciendo: Malditos seamos porque se le ha quitado el cetro a Judá y el mesías no ha venido".
Pero los rabinos judíos se equivocaban, ¡EL MESÍAS ESPERADO YA CAMINABA ENTRE ELLOS!... Para ese entonces, Jesús tendría 12 o 14 años de edad.
EL RECHAZO Y LA TRAICIÓN AL MESÍAS LARGAMENTE ESPERADO
Una vez cumplidas las dos señales esperadas por más de mil años por el pueblo judío, la historia ya todos la sabemos, las autoridades judías no supieron reconocer al Mesías largamente esperado:
Juan 5,39-40
Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida.
¿Cómo justificarían los judíos el cumplimiento de la más importante de las profecías, esa de la cuál ellos vivían al pendiente y su incomprensible rechazo del Mesías? Fácil: la profecía en realidad no se cumplió...
Como la sinagoga rechazaba reconocer al Mesías en la persona de Jesús de Nazaret, se esforzaba por impedir el cumplimiento de la famosa profecía. Y no dudaba con ese fin, de aferrarse de todas las formas posibles a ese derecho sobre la vida y la muerte, cuya supresión, era la señal providencial de la venida del Mesías.
Para ello, inventaron el cuento de que no habían sido los romanos quienes les arrebataron el derecho sobre la vida y la muerte, sino que fueron ellos los que voluntariamente renunciaron a él:
"Los miembros del Sanedrín, al comprender que el número de asesinatos había crecido de tal manera en Israel que resultaba imposible condenarlos todos, se dijeron: será ventajoso que abandonemos el lugar habitual de nuestras sesiones y nos establezcamos en otro lugar, de modo que podamos evitar las condenas a muerte". Talmud de Babilonia, tratado Abodá Zará o de la idolatría, fol. 8, recto.
"¡Enviar al último suplicio a un hijo de Abraham en el momento en que la Judea, totalmente invadida, temblaba al paso de las legiones romanas, habría sido injurioso para la vieja sangre de los patriarcas! ¿Acaso no es el último de los israelitas, por criminal que sea, y sólo por descender de Abraham, un ser superior a los gentiles? ¡Abandonemos pues esta sala de las piedras de sillería, fuera de la cual no se puede condenar a muerte. Y manifestemos así, mediante ese exilio voluntario y el silencio de la justicia, que Roma, dominadora del mundo, no es dueña de las vidas y de las leyes de judea!". In Evangelium Matthaei, horae hebraicae, Lightfoot, Cambridge 1658, págs. 275-276.
Tales afirmaciones realizadas con el fin de negar el cumplimiento de la profecía y no aceptar que Jesucristo era el Mesías ¡SON UNA DESCARADA MENTIRA!
Ya vimos en los textos del Talmud citados anteriormente que:
"le fue arrebatado a los judíos el derecho de dictar sentencia capital". Talmud de Jerusalén, tratado Sanedrín, fol. 24, recto.
No es que los judíos hayan renunciado voluntariamente a ese derecho. Los romanos se lo arrebataron. Y tan esto es así, que el más célebre de los historiadores judíos, Flavio josefo, testigo de esta decadencia lo dice expresamente:
"Cuando murió el emperador Festo, como sucesor Albino necesitaba tiempo para llegar, el sumo sacerdote Ananías, hijo de Anás, pensó que era la ocasión propicia para reunir al Sanedrín. Hizo entonces comparecer a Santiago, hermano de Jesús, llamado Cristo y algunos otros y les condenó a la lapidación. Todas las personas sabias y observantes de las leyes de Jerusalén desaprobaron mucho esta acción. Algunos acudieron a Albino, que ya había salido de Alejandría, para prevenirle y observarle que Ananías no tenía derecho alguno a reunir al consejo sin su permiso. Albino se convenció de ello con facilidad y lleno de cólera contra el sumo sacerdote le escribió diciendo que le castigaría". Antigüedades de los judíos, Flavio Josefo, XX, IX, 1.
Si los judíos seguían teniendo el derecho sobre la vida y la muerte, ¿Por qué Albino se llenó de cólera y escribió al sumo sacerdote que le castigaría? ¿Por qué le avisaron a Albino que Ananías no tenía el derecho de reunir al consejo del Sanedrín sin su permiso?
Lo cierto es que los judíos nunca renunciaron al derecho soberano sobre la vida y la muerte. Siempre que pronunciaron una sentencia de muerte, como en el caso de Jesucristo, el protomártir San Esteban o Santiago hijo de Alfeo, lo hicieron infringiendo la ley romana.
Por otra parte, si la profecía no se cumplió, ¿Por qué los judíos ya no la mencionan, ni están al pendiente de su cumplimiento como en tiempos antiguos? ¿Por qué su ocultamiento y olvido?
La respuesta es evidente:
PORQUE ELLOS MIENTEN, LA PROFECÍA SÍ FUE CUMPLIDA, EL MESÍAS, EL LEÓN DE JUDÁ SÍ LLEGÓ, PERO NO LO SUPIERON RECONOCER.
Apocalipsis 5,5
Pero uno de los Ancianos me dice: "No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos".
Y un día sin embargo, llegará en que el pueblo judío acepte que la profecía fue cumplida, que Dios no falta a su palabra, que ese humilde carpintero era el león de la tribu de Judá. Y que tienen una maravillosa cita pendiente con Él, a la que llegan tarde es cierto, pero a la que al fin llegan.
Mateo 23,39
Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Romanos 11,25-27
Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades.
AMÉN, ¡VEN SEÑOR JESÚS!
Fuente católicodefiendetufe
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Tras la caída de Adán y Eva. Eclipsada por la primera profecía de la Biblia que anuncia la venida del Mesías Salvador del mundo, mejor conocida como el "protoevangelio":
Génesis 3,15
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.
Existe otra profecía un poco más adelante, en ese mismo libro del Génesis no menos importante que la anterior, sólo que una vez que la venida de Jesucristo es para nosotros un hecho consumado, los cristianos nos hemos olvidado de esa segunda profecía, la que daba las señales precisas y el tiempo en que la venida del Mesías tendría su cumplimiento.
Pero aunque hoy en día los cristianos nos hayamos olvidado de esa profecía. Antes de la llegada de Jesucristo, el pueblo judío vivía al pendiente de su cumplimiento, casi podría decirse, que el mundo judío giraba alrededor de ella. Pues bien, ¿Cuál es esa profecía?
Cuando el patriarca Jacob, padre de las doce tribus de Israel estaba por morir, en su lecho de muerte bendijo a cada uno de sus doce hijos, según las palabras que Yahveh Dios le inspiraba. Al llegar a Judá, recitó la gran profecía:
Génesis 49,8-10
A ti, Judá, te alaben tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos: ¡inclínense a ti los hijos de tu padre!
Cachorro de león, Judá; de la caza, hijo mío, vuelves; se agacha, se echa cual león o cual leona, ¿Quién le va a desafiar?
No se irá el cetro de la mano de Judá, ni el bastón de mando de entre tus piernas, hasta que venga el que le pertenece y al que harán homenaje las naciones.
El consenso unánime de la antigua tradición judía, es que dicha profecía se refiere al Mesías. Recordemos que el rey David, a quien Dios le prometió un trono eterno, era de la tribu de Judá y por lo tanto, el Mesías forzosamente tendría que ser descendiente de David y de la tribu de Judá.
II Samuel 7,16
Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.
Ahora bien, según la profecía antes vista, dos signos deben preceder a la venida del Mesías y mantener despiertos los espíritus: la pérdida del cetro y la supresión del poder judicial. Comentando esta profecía de Génesis 49,8-10; el Talmud dice:
"El hijo de David no ha de venir antes de que el poder real haya desaparecido de Judá"; y más aún: "El hijo de David no ha de venir antes de que hayan desaparecido los jueces en Israel". Tratado Sanedrín, fol. 97, verso.
Pues bien, el primer signo se cumplió, cuando el cetro fue arrancado de la mano de Judá en el año 587/586 antes de Cristo, con la muerte del rey Sedecías. Por más de 400 años, ningún descendiente de David volvió a ocupar el trono de Israel. Los últimos reyes que lo habían poseído, los príncipes Macabeos, eran de la tribu de Leví, 1Macabeos 2,1. Y Herodes el grande, que puso fin a su dinastía, ni siquiera era de sangre judía. Antigüedades de los judíos, XIV, VII,3, Flavio Josefo.
El segundo signo, la pérdida del poder judicial, se cumplió con el exilio y deposición del rey Arquelao, hijo y sucesor de Herodes el grande, en el año 7 después de Cristo, Judea y Samaria se convirtieron en provincias romanas, con el procurador Coponio, gobernando en nombre de César Augusto. Fue quitado al Sanedrín el ius gladii, el derecho soberano sobre la vida y la muerte en Israel. Dice el Talmud:
"Una vez suprimido el poder judicial, ya no había Sanedrín". Talmud de Babilonia, Tratado Sanedrín, cap. IV, fol. 37, recto.
"Unos cuarenta años antes de la destrucción del templo, le fue arrebatado a los judíos el derecho de dictar sentencia capital". Talmud de Jerusalén, tratado Sanedrín, fol. 24, recto.
Cuando los miembros del Sanedrín vieron que se les arrebataba el derecho soberano sobre la vida y la muerte, la desolación fue general, según narra el rabino Rachmon, en Pugno fidei, Raymond Martin, Leipzig, pág. 872.
"Los miembros del Sanedrín se cubrieron la cabeza de cenizas y se vistieron con cilicios, diciendo: Malditos seamos porque se le ha quitado el cetro a Judá y el mesías no ha venido".
Pero los rabinos judíos se equivocaban, ¡EL MESÍAS ESPERADO YA CAMINABA ENTRE ELLOS!... Para ese entonces, Jesús tendría 12 o 14 años de edad.
EL RECHAZO Y LA TRAICIÓN AL MESÍAS LARGAMENTE ESPERADO
Una vez cumplidas las dos señales esperadas por más de mil años por el pueblo judío, la historia ya todos la sabemos, las autoridades judías no supieron reconocer al Mesías largamente esperado:
Juan 5,39-40
Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida.
¿Cómo justificarían los judíos el cumplimiento de la más importante de las profecías, esa de la cuál ellos vivían al pendiente y su incomprensible rechazo del Mesías? Fácil: la profecía en realidad no se cumplió...
Como la sinagoga rechazaba reconocer al Mesías en la persona de Jesús de Nazaret, se esforzaba por impedir el cumplimiento de la famosa profecía. Y no dudaba con ese fin, de aferrarse de todas las formas posibles a ese derecho sobre la vida y la muerte, cuya supresión, era la señal providencial de la venida del Mesías.
Para ello, inventaron el cuento de que no habían sido los romanos quienes les arrebataron el derecho sobre la vida y la muerte, sino que fueron ellos los que voluntariamente renunciaron a él:
"Los miembros del Sanedrín, al comprender que el número de asesinatos había crecido de tal manera en Israel que resultaba imposible condenarlos todos, se dijeron: será ventajoso que abandonemos el lugar habitual de nuestras sesiones y nos establezcamos en otro lugar, de modo que podamos evitar las condenas a muerte". Talmud de Babilonia, tratado Abodá Zará o de la idolatría, fol. 8, recto.
"¡Enviar al último suplicio a un hijo de Abraham en el momento en que la Judea, totalmente invadida, temblaba al paso de las legiones romanas, habría sido injurioso para la vieja sangre de los patriarcas! ¿Acaso no es el último de los israelitas, por criminal que sea, y sólo por descender de Abraham, un ser superior a los gentiles? ¡Abandonemos pues esta sala de las piedras de sillería, fuera de la cual no se puede condenar a muerte. Y manifestemos así, mediante ese exilio voluntario y el silencio de la justicia, que Roma, dominadora del mundo, no es dueña de las vidas y de las leyes de judea!". In Evangelium Matthaei, horae hebraicae, Lightfoot, Cambridge 1658, págs. 275-276.
Tales afirmaciones realizadas con el fin de negar el cumplimiento de la profecía y no aceptar que Jesucristo era el Mesías ¡SON UNA DESCARADA MENTIRA!
Ya vimos en los textos del Talmud citados anteriormente que:
"le fue arrebatado a los judíos el derecho de dictar sentencia capital". Talmud de Jerusalén, tratado Sanedrín, fol. 24, recto.
No es que los judíos hayan renunciado voluntariamente a ese derecho. Los romanos se lo arrebataron. Y tan esto es así, que el más célebre de los historiadores judíos, Flavio josefo, testigo de esta decadencia lo dice expresamente:
"Cuando murió el emperador Festo, como sucesor Albino necesitaba tiempo para llegar, el sumo sacerdote Ananías, hijo de Anás, pensó que era la ocasión propicia para reunir al Sanedrín. Hizo entonces comparecer a Santiago, hermano de Jesús, llamado Cristo y algunos otros y les condenó a la lapidación. Todas las personas sabias y observantes de las leyes de Jerusalén desaprobaron mucho esta acción. Algunos acudieron a Albino, que ya había salido de Alejandría, para prevenirle y observarle que Ananías no tenía derecho alguno a reunir al consejo sin su permiso. Albino se convenció de ello con facilidad y lleno de cólera contra el sumo sacerdote le escribió diciendo que le castigaría". Antigüedades de los judíos, Flavio Josefo, XX, IX, 1.
Si los judíos seguían teniendo el derecho sobre la vida y la muerte, ¿Por qué Albino se llenó de cólera y escribió al sumo sacerdote que le castigaría? ¿Por qué le avisaron a Albino que Ananías no tenía el derecho de reunir al consejo del Sanedrín sin su permiso?
Lo cierto es que los judíos nunca renunciaron al derecho soberano sobre la vida y la muerte. Siempre que pronunciaron una sentencia de muerte, como en el caso de Jesucristo, el protomártir San Esteban o Santiago hijo de Alfeo, lo hicieron infringiendo la ley romana.
Por otra parte, si la profecía no se cumplió, ¿Por qué los judíos ya no la mencionan, ni están al pendiente de su cumplimiento como en tiempos antiguos? ¿Por qué su ocultamiento y olvido?
La respuesta es evidente:
PORQUE ELLOS MIENTEN, LA PROFECÍA SÍ FUE CUMPLIDA, EL MESÍAS, EL LEÓN DE JUDÁ SÍ LLEGÓ, PERO NO LO SUPIERON RECONOCER.
Apocalipsis 5,5
Pero uno de los Ancianos me dice: "No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David; él podrá abrir el libro y sus siete sellos".
Y un día sin embargo, llegará en que el pueblo judío acepte que la profecía fue cumplida, que Dios no falta a su palabra, que ese humilde carpintero era el león de la tribu de Judá. Y que tienen una maravillosa cita pendiente con Él, a la que llegan tarde es cierto, pero a la que al fin llegan.
Mateo 23,39
Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Romanos 11,25-27
Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades.
Y esta será mi Alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados.
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