Este proyecto de ley impulsado por la ministra de Agricultura alemana, Julia Klöckner, en 2020, dice que se prohíba la matanza de pollos machos para así salvar a 45 millones de gallos que se sacrifican en la cría de gallinas ponedoras.
Esto, ya que los pollos machos no pueden poner huevos o producir a gran velocidad una cantidad de carne determinada para así ser engordados y sacrificados.
Dado que estos animales, al parecer, son muy sensibles a la matanza desde el día 7 de vida, se ha determinado la prohibición de sacrificio de los embriones de pollos machos.
Desde ahora, se usarán métodos mucho más rigurosos para determinar el sexo de los animales, a fin de separarlos de la cría; se estima que el método se use en 2024 para determinar el sexo mucho antes de lo estimado.
Al parecer, la ministra Klöckner se jacta de que Alemania sea el primer país del mundo en tener una legislación de este tipo en favor de los animales para «que los pollos machos no sientan dolor».
Paradójicamente, Alemania es uno de los países que hizo legal la práctica del aborto sin importar que los no nacidos puedan sentir como son desgarrados del vientre de su madre sin ningún tipo de contemplación.
Desde ya, la legislación ha sido muy comentada y también criticada por quienes están a favor de la vida, ya que al gobierno de Alemania parece importarle más la vida animal que la vida humana.
«Cuando el embrión de pollo disfruta de más protección contra la vida que el embrión humano, sabes que has llegado a la mejor Europa de la historia», dijo David Engels, presidente de Historia Romana de la Universidad de Bruselas, en Twitter.
Dentro del país, el aborto es permitido hasta 12 semanas después de la concepción del bebé y mucho más de presentarse otras razones que puedan poner en peligro ambas vidas, lo que hace que bebés que hasta de 9 meses posiblemente puedan ser abortados.
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