“Si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión, este Obispo de Roma no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia”, responde el Papa en una carta.
“Continúa como arzobispo de Múnich. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: ‘Apártate de mi que soy un pecador’, y escuchá la respuesta: ‘Pastorea a mis ovejas'”. Así es la respuesta del Papa al cardenal Reinhard Marx. A través de una carta, Francisco se niega a aceptar su renuncia por “corresponsabilidad” ante la crisis de los abusos.
Antes de lanzarle esta respuesta, el Pontífice le agradece el final de su misiva en la que el hasta hace un año presidente de los obispos alemanes le solicitaba la renuncia, hecha pública el pasado 4 de junio y entregada a Francisco el 21 de mayo, –“Quisiera dedicar los años futuros de mi servicio en modo más intenso a la pastoral y empeñarme en una renovación espiritual de la Iglesia, como usted incansablemente lo pide”–; sin embargo, no acoge la petición y le ‘obliga’ a continuar en sus labores.
Para Marx, no hay duda de que en el seno eclesial ha habido y hay “fallos institucionales y sistémicos”, además de otros “personales y administrativos”. Sobre todo, después de conocer el resultado de las diversas investigaciones llevadas a iniciativa del propio Episcopado alemán, que puso de manifiesto la gravedad de la lacra de la pederastia entre los sacerdotes. Según el informe más reciente, entre 1946 y 2014, se contabilizaron 3.677 casos de abusos sexuales a niños y jóvenes por parte de 1.670 clérigos.
El propio informe que presentó el cardenal Rainer Maria Woelki sobre la archidiócesis de Colonia admitía un “encubrimiento sistemático” de los abusos a menores entre 1975 y 2018. En principio, este estudio, que se llevó por delante a algunos eclesiásticos de su máxima confianza –como el actual arzobispo de Hamburgo–, le exoneró de toda responsabilidad en los 314 casos identificados a manos de 202 depredadores eclesiales.
Sin embargo, esta auditoría independiente no ha parecido convencer a la Santa Sede. De ahí que el Papa haya recurrido a dos visitadores apostólicos para radiografiar qué sucede realmente en la diócesis. El dictamen del caso está en manos del cardenal de Estocolmo, Anders Arborelius, y del presidente del Episcopado neerlandés, Johannes van den Hende. A ellos se les encomienda revisar de arriba abajo las 800 páginas del estudio encargado por Woelki.
“Gracias por tu coraje”
En la carta fechada hoy, Jorge Mario Bergoglio muestra su agradecimiento al purpurado alemán por su “coraje”. “Es un coraje cristiano que no teme la cruz, no teme anonadarse delante la tremenda realidad del pecado. Así lo hizo el Señor (Fil 2. 5-8). Es una gracia que el Señor te ha dado y veo que vos la querés asumir y custodiar para que dé fruto”, explica el Papa.
“Me decís que estás atravesando un momento de crisis, y no solo vos sino también la Iglesia en Alemania lo está viviendo. Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La política del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual. Los sociologismos, los psicologismos, no sirven. Asumir la crisis, personal y comunitariamente, es el único camino fecundo porque de una crisis no se sale solo”, continúa Francisco su explicación.
En una carta muy personal –aunque hecha pública–, el Papa continúa dirigiéndose así a su “querido hermano”: “Me decís que desde el año pasado venís reflexionando: te pusiste en camino, buscando la voluntad de Dios con la decisión de aceptarla fuese cual fuese. Estoy de acuerdo contigo en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo. Caer en la cuenta de esta hipocresía en el modo de vivir la fe es una gracia, es un primer paso que debemos dar”.
“No todos quieren aceptar esta realidad”
Sin embargo, el Papa afirma –sin nombrar a nadie– que “no todos quieren aceptar esta realidad, pero es el único camino, porque hacer ‘propósitos’ de cambio de vida sin ‘poner la carne sobre el asador’ no conduce a nada”. “Las realidades personales, sociales e históricas son concretas y no deben asumirse con ideas –continúa–; porque las ideas se discuten (y está bien que así sea) pero la realidad debe ser siempre asumida y discernida”.
Y añade: “Es verdad que las situaciones históricas han de ser interpretadas con la hermenéutica de la época en que sucedieron, pero esto no nos exime de hacernos cargo y asumirlas como historia del ‘pecado que nos asedia’. Por tanto, a mi juicio, cada obispo de la Iglesia debe asumirlo y preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe?”.
Según el Papa, “el ‘mea culpa’ ante tantos errores históricos lo hemos hecho más de una vez ante muchas situaciones aunque personalmente no hayamos participado en esa coyuntura histórica. Y esta misma actitud es la que se nos pide hoy. Se nos pide una reforma, que –en este caso– no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia. Y toda reforma comienza por sí mismo”.
Al mismo tiempo, agrega: “La reforma en la Iglesia la han hecho hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar a sí mismos por el Señor. Es el único camino, de lo contrario no seremos más que ‘ideólogos de reformas’ que no ponen en juego la propia carne”.
En el mismo sentido, el Papa recuerda a Marx que “el Señor no aceptó nunca hacer ‘la reforma’ (permítaseme la expresión) ni con el proyecto fariseo o el saduceo o el zelote o el esenio. Sino que la hizo con su vida, con su historia, con su carne en la cruz. Y este es el camino, el que vos mismo, querido hermano, asumís al presentar la renuncia”.
“Los silencios y las omisiones solo conducen al fracaso”
“Bien decís en tu carta que a nada nos lleva sepultar el pasado. Los silencios, las omisiones, el dar demasiado peso al prestigio de las instituciones solo conducen al fracaso personal e histórico, y nos llevan a vivir con el peso de ‘tener esqueletos en el armario’, como reza el dicho”, asevera.
Para Francisco, “es urgente ‘ventilar’ esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado. No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios”.
Por último, el Papa añade: “Nos salvará abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez: ‘he pecado’, ‘hemos pecado’… y llorar, y balbucear como podamos aquel ‘apártate de mi que soy un pecador’, herencia que el primer Papa dejó a los papas y a los obispos. Y entonces sentiremos esa vergüenza sanadora que abre las puertas a la compasión y ternura del Señor que siempre nos está cercana. Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16″.
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